Opinión

Los gozos de un caprichoso

Mateo Olaya Marín

20 de Enero de 2008


Antonio Burgos, al que admiro porque gusto de leerle cuando escribe de cofradías, se levantó un buen día y le dio un punto, a vuelapluma, que ha llevado hasta un límite antes nunca visto. Se ha extralimitado, sobremanera, en la elección de la marcha procesional que sonará en su pregón el próximo 9 de marzo y que interpretará la Banda Municipal de Sevilla, amén del himno oficioso "Amarguras".

 

Los pregoneros que han pasado por el difícil atril ante el cabildo de cofrades sevillanos, han ido eligiendo la marcha para ese gran día. Algunos con mejor o peor gusto, según mis gustos, claro está, pero todos se han ceñido a las reglas no escritas del juego. Antonio Burgos, por ese tupido velo que se llama protagonismo, se las ha saltado y ha tenido la feliz idea de querer ser más que nadie solicitando que para la ocasión se perpetúe una especie de rapsodia de la madrugá, llamada Los gozos de la madrugá, consistente en engarzar la saeta nº1 del Silencio, la malagueña marcha de cornetas de Alberto Escámez "Virgen del Mayor Dolor" y la popular "Pasan los Campanilleros", todo ello a cargo de la Banda Municipal. Curiosa una heterodoxia de alguien que se ha arrinconado en el lado más ortodoxo, castizo y tradicional.

 

Alguien que ha denostado cruelmente, con tintas de sangre, a las agrupaciones musicales, sin motivo alguno porque ha demostrado en sus textos que no conoce para nada el género; alguien que se quedó en las marchas malagueñas de cornetas de Escámez y todo lo que se ha hecho después, con algunas excepciones, le suena a bandas de canis; alguien que ha criticado, en algunos casos con razón, los esnobismos de las actuales bandas de cornetas y agrupaciones (que es lo mismo que criticar también las adaptaciones exóticas); alguien que ha publicado célebres artículos elogiando grandes marchas clásicas, desde las macarenas hasta las sacramentales, pasando por las interpretadas por aquella añorada Bandasoria con Gámez Laserna. Y viene ahora con este despropósito, inventándose un collage en el que suene por banda de música piezas no originarias (las saetillas del silencio y la marcha "Virgen del Mayor Dolor") para luego terminar con la preciosa "Pasan los Campanilleros", que es lo único razonable.


El director de la Banda Municipal de Sevilla, que ya tiene suficiente con todo el trabajo que está llevando a cabo en la exhumación de partituras históricas y en la difusión de nuevos valores, ha tenido que lidiar un gran toro. Ha sabido parar, templar y mandar para hacerse cargo de semejante tostón. Con la de grandes marchas que está descubriendo para Sevilla, con la de grandes marchas que ha redescubierto en sus versiones originales (Victoria Dolorosa, Soleá dame la Mano, Amarguras, música de Braña, de Gámez, etc.) y Antonio Burgos viene ahora y se postula en la vanguardia, absurda, incongruente y sin lógica. Menos mal que está "Pasan los Campanilleros", que en el disco "Versión Original" recuperó la elegancia de la que se le despojó.

 

El pregón de Antonio Burgos será antológico, no lo dudo y de hecho ya lo estoy saboreando. Su banda sonora estará desteñida por un experimento con gaseosa, que podría tener algún tipo de explicación en la disertación del pregonero e incluso no me extraña que suene bien, porque tratándose de la Banda Municipal no se espera la mediocridad. Pero que no se esfuerce, que semejante propuesta y capricho, no tiene por dónde cogerse.

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