Opinión

El sonido y el esfuerzo de la gloria (Cíngulo y Esparto)

Esteban Romera Domínguez

14 de Septiembre de 2005


Estamos en el ocaso del verano y si nos damos una vuelta por la Ciudad nos dará todavía la sensación, en determinadas horas del día, que se para la actividad, dejando casi sin pulso el corazón que preside la Giralda. Esta impresión subjetiva se puede convertir en aletargamiento, dependiendo de los grados centígrados que en un día concreto marque el termómetro de turno. A los escolares les faltan pocos días para que la rutina se adueñe de su devenir diario, los árboles están preparándose para el desmantelamiento de su verde abrigo natural y todos en general esperamos en mayor o menor medida la llegada del otoño, para volver a lo cotidiano, aunque algunos querrían veranos interminables. Como siempre nunca llueve a gusto de todos, o mejor dicho en este caso, nunca hace calor a gusto de todos. Pero en este paseo por Sevilla existe, entre muchas otras, una constante que para algunas personas no pasa desapercibida, sobre todo cuando el sol comienza a esconderse por el Aljarafe y que no es otra que el sonido inconfundible de las cornetas, trompetas, platillos y tambores que resuenan desde los diferentes ensayos difuminados por varias zonas nuestra Ciudad.

Uno que se cree de los "hartibles" de las Cofradías y que ha participado activamente más de dos décadas en alguna de estas formaciones y que además durante un lustro de mi vida he sido componente de una de estas bandas, de lo cual por cierto me siento muy orgulloso, comprendo el esfuerzo que hay que realizar para llegar a ser el sonido de la Gloria en cualquier procesión. Para mi, lógicamente, es fácil discernir esta afirmación. Durante estos cinco años he concurrido con mis compañeros de cruzada a más de un millar de esos ensayos maratonianos, teniendo en la actualidad la sensación que nuestra sociedad no ha valorado suficientemente la labor que desarrollan este tipo de colectivos y el bien que realizan y ejercen en nuestros jóvenes.

La juventud de los componentes de estas bandas es una constante que se repite en la mayoría de ellas, aunque lógicamente existen algunas más maduras que otras, por lo que se convierten en las autenticas "canteras musicales" de nuestra ciudad, realizando además de la faceta musical, una labor social encomiable en la juventud sevillana y aunque todas las bandas en general lo hacen, en este grupo esta labor es mucho más acentuada debido a la corta edad de sus miembros siendo alternativas muy válidas a las famosas botellonas, y a otras actividades de dudoso contenido y motivación.

Con sus defectos, como los existen en muchos ordenes de nuestra vida, existe un marcado carácter educativo en dichas formaciones musicales, intentando ilusionar con un proyecto concreto como es la música a determinada juventud que puede deambular peligrosamente por nuestras calles, sin una ilusión ni un modelo definido y aquí pueden encontrar algo que por desgracia las administraciones públicas y nuestra sociedad no les ha podido ofrecer adecuadamente.

Dentro de este tipo de bandas, existen en nuestra Cuidad algunas que interpretan su arte detrás de nuestros pasos de Cristo acompañando a Nuestros Titulares y durante muchos días de nuestra Semana Santa y otras procesiones y actos importantes que se desarrollan durante todo el año. Éstas, generalmente históricas formaciones, tienen un reconocimiento público muy importante, difundiendo nuestra cultura, creando escuela y patria por el resto de nuestra geografía nacional, y en algunos casos, incluso por muchos lugares del mundo. En este grupo algunas tienen formaciones musicales juveniles e incluso escuelas de música propias, lo que les hace asegurarse su futuro. Otras, en cambio, no tienen todavía este nivel musical ni el reconocimiento deseado y son bandas que acompañan generalmente a cruces de guía y que trabajan con la ilusión de algún día no muy lejano demostrar su valía musical en un sitio preminente de nuestro mundo cofrade, esperando pacientes su oportunidad, teniendo que luchar contra la historia y en muchos casos creyéndose con hechuras suficientes para pegar el ansiado"salto" o simplemente subir en el escalafón músico cofrade de nuestro entorno, encontrándose con los mismos problemas que las primeras, pero más acentuados, ya que en general cuentan con menos medios de todo tipo.

Unas y otras son estandarte fiel de Sevilla, cumpliendo cada una su rol en todo este entramado social y cofrade de nuestro entorno. Muchas de ellas están vinculadas con Hermandades de la Ciudad, algo que está en el haber de nuestras Cofradías, pudiendo ser verdaderos medios para ver la luz de Dios.

Cada vez que escuchemos los sones de una banda debemos recordar los valores que entrañan este tipo de colectivos tanto a nivel musical como social y el medio tan eficaz que puede ser para la integración de personas en nuestras Cofradías. Nuestras bandas son un activo muy importante para la Ciudad y no una carga por los problemas vecinales que pueden originar en sus respectivos lugares de ensayo y que la administración debería solucionar convenientemente, pero sobre todo me gustaría que sirviera este artículo como homenaje a los centenares de personas que forman estos colectivos y para que pudiera servir de reflexión a las personas que no se hayan dado cuenta de su importancia, intentando humildemente cambiar su mentalidad para comprender a estos jóvenes músicos. Por eso espero que hoy mismo, cuando caiga de nuevo el sol, escuchemos con cariño el sonido que se refleja en el esfuerzo de la Gloria.

ESTEBAN ROMERA DOMÍNGUEZ
Cíngulo y Esparto
Boletín de las Cofradías, septiembre de 2005

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