De la primera y para mí mejor etapa compositiva de Albero ésta es una de sus más brillantes e inspiradas marchas. Tomando como base (o al menos a mí me lo parece) la celebérrima Marcha Fúnebre de Chopin, el autor desarrolla una melodía marcadamente solemne y fúnebre.
Es la música que me viene a la cabeza al pensar en el Sábado Santo. La Municipal tras la Urna interpretando esta pieza era un momento repetido año tras año y no por ello menos sobrecogedor.
No pretendo reavivar el manido debate de los contrastes entre las primeras marchas de José Albero y otras más recientes, pero no deja de sorprenderme la variedad de estilos de este compositor.
Volviendo a la marcha en sí, me resulta sumamente descriptiva. Transmite el pesar que se siente ante la Imagen del cuerpo muerto del Redentor. El trío, no obstante lo dramático del momento, deja entrever la esperanza que al amanecer del día siguiente supone la Resurrección.
Aunque ha sido grabada en dos ocasiones después de su presentación en el completísimo "disco morado" de la Municipal, creo que ni El Carmen ni Tejera logran superar la primera versión.
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