Mensajepor clavesol » 03 Jun 2005, 13:16
"San Roque Loperano" es una de las últimas marchas del Maestro D. Pedro Morales, de las composiciones más bellas que se han hecho en los últimos años. Desde los primeros compases puede apreciarse que la marcha es objeto de un momento muy concreto en la creatividad del Maestro Morales, sujeto a una inspiración profundísima que plasma en el pentagrama una música diáfana, clara, precisa, construida sobre una melodía muy afortunada, bella, fresca y a la vez también pegadiza.
Todo un acierto de marcha procesional, que sin embargo no es de una complejidad elevada, aunque de su carácter más simple se desprende la transparencia de la creatividad artística de D. Pedro Morales. Esta marcha es un "caramelo", como su propio autor la define; así lo creo, la dulzura contenida en lo breve y condensado, porque la marcha pertenece a pequeña forma.
La concepción de "San Roque Loperano" es anecdótica. Al igual que le pasó con "Esperanza Macarena" en el año 1968, el Maestro Morales percibía un día que una música le rondaba por la cabeza, en esos momentos se encontraba inundado por una magnífica inspiración. Pero no se encontraba en La Campana, ni ensayando con ninguna banda, ni en su casa. Se encontraba en un autobús urbano de Sevilla cuando la inspiración le vino, y como ésta debe ser aprovechada al instante el Maestro cogió lápiz y papel para de forma apresurada, antes de que las musas desaparecieran, escribir el boceto de la obra. Posteriormente lo desarrollaría e instrumentaría para dar finalmente forma a la marcha en concreto. Así nace “San Roque Loperano”, la segunda marcha cofrade compuesta a su localidad natal, ya en el año 1956 habría hecho lo mismo con “Cristo Chico del Humilladero”.
La introducción contiene un carácter letífico y alegre, donde se aprecian unas articulaciones que dotan a la música de un carácter caprichoso. Así son esas acentuaciones que antecedente al primer tema, que presenta una de las dos vertientes melódicas de la marcha. La melodía del tema principal contiene acentos, crescendos y decrescendos súbitos, repitiéndose con adición contrapuntística. Posteriormente sobreviene el fuerte de bajos, al que le sigue un puente para conducir al trío final, que no es cualquier cosa. Esta parte, el trío final, es sumamente destacable por su melodía. Ésta es maravillosa, muy ligada, al que se sobreponen unas llamadas de trompetas. Se repite con contrapuntos de saxos para finalmente dar el broche de oro y redondear esta pieza de maestría donde confluyen las ideas claras, la erudición musical y la empatía popular con la que trata el género de la música procesional.
Se encuentra dedicada al patrón de Lopera (Jaén) y puede incluirse también en el inventario de marchas procesionales de gloria de su autor. Creo que si tiene la difusión debida es una obra que gustará mucho. Destacaría dos grabaciones: a cargo de la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas (en el disco de Oro de Pedro Morales) y este año por la Banda Municipal “Enrique Montero” de Chiclana de la Frontera, en su trabajo “Otro sentir”. Asimismo, la melodía de su trío final ha servido en más de una ocasión como fondo musical para la grabación de alguna que otra poesía que suelen incluirse en diversos discos.
Me quedo con la propia definición de su autor: esta marcha es un “caramelo”. Escúchenla y comprenderán lo que quiere decir.
Gracias D. Pedro.