Mensajepor palio_ » 18 Dic 2004, 18:00
He encontrado por internet una biografía completísima sobre éste autor y su conocidísima Amparito Roca. Se demuestra efectivamente que María Teresa Texidor Tico fue su hija.
Convendrá recordar que están a punto de cumplirse los 80 años de que fuera estrenado el conocidísimo pasodoble Amparito Roca, dedicado, como su nombre indica, a una niña de Carlet, nacida en 1912 y fallecida en 1993 con 81 años de edad. Cierto que su autor, Jaime Teixidor Dalmau, no era valenciano, como bien lo describe en sus notas biográficas Angel Valero García, que ha dedicado un extenso volumen , editado por el ayuntamiento de dicha población, y en el que da cuenta de una de las composiciones españolas que más vueltas ha dado al Planeta y que motivó decenas de ediciones en papel para orquesta y banda, diversas grabaciones y frecuente en festivales, bailes y conciertos.
Un catalán que recaló en Carlet
Como bien destaca el biógrafo, el maestro Teixidor nació en Barcelona en abril de 1884 -ha hecho ahora 120 años-; estudió música, sobre todo dirección y composición, e ingresó en el Ejército como especialista en dicha actividad, llegando al grado de brigada como director de la banda del regimiento 68 de Melilla.
Ya en esa época en nuestra provincia africana se inició en la composición, y llevó a cabo diversas partituras dedicadas a la población melillense y sus alrededores.
Con cuarenta años de edad, en 1884, fue requerido por la Primitiva de Carlet para dirigir esta formación valenciana. En su casa de la calle de La Vila montó una academia en la que dio clases de piano y violín, y donde tuvo la ocasión de conocer a una niña como alumna, que sería la que le daría popularidad en decenas de paises. Solamente dos años permaneció -hasta que fue requerido con un ventajoso contrato por la Sociedad Instructivo-Musical de Manises-, pero suficiente tiempo para que los nombres de Jaime Teixidor, Carlet y Amparito Roca quedaran unidos para siempre en la historia de la música.
Porque María Teixidor Tico, hija del maestro y colaboradora suya en la academia familiar, mantuvo una estrecha amistad con una de las alumnas, Amparo Roca Ibáñez, a la sazón con 12 años de edad, y el afecto que el músico sintió por la niña le llevó a dar el nombre de ésta a un pasodoble que, si no podemos decir que sea su composición más lograda (eso siempre es opinable), sí que puede valorarse como la más popular y divulgada por el ancho mundo.
La pieza fue estrenada con enorme éxito en septiembre de 1925 en el Teatro El Siglo -a cuya historia el aludido autor, Angel Valero, ha dedicado también un documentado volumen en el 90 aniversario del edificio que ha sido rehabilitado- y, aunque en principio no se pensó el alcance que iba a conseguir, lo cierto es que fue acogida inmediatamente por agrupaciones musicales de toda la Región, de toda España y, sucesivamente, de numerosos paises del Mundo.
Le acompañó hasta el fin
Su autor, como hemos apuntado, permaneció solamente dos años en Carlet, pasó temporalmente a Manises, después dirigió la Banda del Círculo Instructivo Musical de Valencia y, por último, pasó a dirigir al final de los años veinte la Banda Municipal de Baracaldo, localidad vasca en la que permaneció ya hasta su muerte, ocurrida en 1957.
Hay una curiosa anécdota que el citado biógrafo recoge en su texto. Y es que en febrero de 1957 se encontraba el maestro Teixidor en el Hospital Militar de Bilbao, ya en coma y minutos antes de su óbito, cuando una emisora, Radio Juventud, que sonaba en un altavoz de la sala clínica, dio a conocer que un antiguo alumno del compositor quería dedicarle una de sus piezas: y sonó Amparito Roca por última vez para su autor (que despertó momentáneamente emocionado); porque tras su muerte, y a través de numerosas editoriales (la suya propia lo divulgó mucho tiempo) ha seguido interpretándose este dos por cuatro tan ibérico que es el pasodoble, y que figura en cabeza de registros de autores junto al Pepita Greus, del carletense Pascual Pérez Choví, El beso, del valenciano nacido accidentalmente en Cuba Adrián Ortega Martí y Fernando Moraleda, En tierra extraña y El gato montés, de Manuel Penella, Valencia, del andaluz José Padilla, y tantas piezas bailables que, con este ritmo, han divulgado el nombre musical de España por los cinco continentes.
Porque en varios de los Estados Unidos, en Nueva Zelanda, en Japón, en Inglaterra, en Alemania, en Holanda, en Francia, es frecuente oirla en conciertos y verla en escaparates, tanto en disco como en papel. Y, total, una aparente diversión surgida hace 80 años en Carlet, y que en principio nadie pensó que surcaría los caminos, las ondas y el Mundo.
Última edición por
palio_ el 26 Nov 2006, 12:59, editado 1 vez en total.