José María Munuera Villar (1865-1925)

Sobre los diversos compositores de nuestra geografía, desde el siglo XIX hasta hoy día.

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Clarinetedolorosa
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José María Munuera Villar (1865-1925)

Mensajepor Clarinetedolorosa » 23 May 2011, 12:21

Dejo aquí una extensa biografía de este autor murciano, que residió en Totana.

José María Munuera Villar (1865-1925)

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Era hijo del historiador local José María Munuera y Abadía. Había nacido en Torre Pacheco en septiembre de 1865 en donde su padre ejercía como docente. Se trasladó a Totana con su familia con tan sólo dos o tres años.

Fue en Totana en donde Munuera Villar inició sus estudios musicales, probablemente vinculado al maestro Joaquín Casamitjana, director de la Banda de Música Municipal. Su etapa de formación debió de continuar junto a Leandro Morata, lo que le permitió desarrollar una certera actividad musical, tal y como se recoge en el documento que publicaba el periódico local La Voz de Totana en 1889:

«La música, dirigida por el inteligente joven don José Munuera Villar, tanto en Jueves Santo como en las procesiones ha cumplido muy bien su cometido. En los oficios tocó, además de unas piezas religiosas que resultaron muy bien, el tercero de Lucrecia Borgia, en el cual músicos y director hicieron verdaderas maravillas. El andante largo (largúete) del segundo tiempo resultó tan bien dicho que nos pareció estar oyendo a músicos avezados y envejecidos en el arte.

¡Lástima grande que en el pueblo donde se dispone de tan valiosos elementos nos veamos privados de una buena banda con la cual pudiera contarse en momentos dados!

Se está viendo que hay un individuo que dirige y dirige bien, que hay músicos sobrados que toquen y llenen debidamente su cometido y sin embargo aún se pronuncia la desconsoladora frase "aquí no puede haber música".

Nuestra entusiasta enhorabuena al joven Munuera y demás individuos de la banda a quienes deseamos ver unidos y despreciando todo género de pequeñeces».

Además de llevar a cabo admiradas composiciones en el ámbito local, en donde además dirigió la Banda Municipal de Música y la Orquesta de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, desarrolló su actividad profesional como músico militar. Su creatividad y capacidad de trabajo le permitieron componer obras de diferente y diversa naturaleza.

Esta etapa de progresos musicales en el ámbito local debieron de servir a José María Munuera de preparación, ya que formó parte de la Banda Municipal de Música, de la que también fue su director, pues en 1889 se le designó para dirigirla en los desfiles pasionales30. Para la Semana Santa de 1890 compuso, según recoge el periódico local La Voz de Totana, «unos muy inspirados Dolores», que se cantaron por voces masculinas en el novenario a Nuestra Señora de los Dolores. Aquella composición fue del «agrado de los más inteligentes en el divino arte».

De este modo pudo complementar los estudios que le permitieron acceder a la plaza de Músico Mayor del Ejército, tras superar, en septiembre de 1894, las oposiciones que le acreditaban como tal. Fue así como consiguió su primer destino en Melilla, en el Cuarto Regimiento de África. De sus brillantes logros y de ese empleo da buena cuenta la noticia que insertaba en sus páginas El Diario de Murcia el veintinueve de septiembre de 1894, y que recogemos a continuación:

«Después de brillantes oposiciones que se verificaron el día diez del corriente, ha sido nombrado músico mayor del Cuarto Regimiento de África el joven profesor don José María Munuera Villar, hijo de nuestro amigo y distinguido colaborador don José María Munuera y Abadía, procurador de los juzgados de Totana.

El joven profesor salió el domingo veintitrés del corriente para Melilla, donde reside actualmente el regimiento, y para ponerse al frente de la nueva banda».

Tras unos años sirviendo en la ciudad norteafricana se trasladó a Madrid al Regimiento Saboya en donde permaneció hasta 1906. Residiendo en esta ciudad compuso una ópera, «Rimbaldo, que no llegó a estrenar, y otras obras». Este trabajo, cuya letra había sido escrita por Ramón Godoy, fue presentada, según se recoge en el diario ABC de fecha once de noviembre de 1913, al concurso nacional incorporado a la Exposición Nacional de Artes Decorativas e Industrias Artísticas. En los primeros días de la primavera de ese año salió con destino al Regimiento de Infantería España 46 con sede en Cartagena. Es probable que este cambio de destino viniese motivado por el deseo de estar más cerca de su familia que residía en Totana. En la ciudad portuaria conoció a Concepción Quiñonero, con la que contrajo matrimonio en 1907. Durante su estancia en la ciudad departamental fue reclamado para participar, como jurado, en numerosos eventos musicales, sobre todo, en atención a su «rectitud, celo e inteligencia». A su vez, hubo de asistir con la banda que dirigía a Valencia, ausentándose de la ciudad durante largas temporadas.

A causa de algunas restructuraciones a que se vio sometido el ejército, Munuera Villar se hubo de trasladar con su familia a Lorca, probablemente hacia 1919, cuando se estableció en aquella ciudad «el Regimiento de Infantería España n° 46». La presencia de este destacamento militar, según recogen Sánchez Abadíe y Manzanera López en su obra sobre la Banda Municipal de Música de Lorca, «llevó a que la municipalidad solicitase de esta agrupación musical su participación en diversas funciones. Así, bajo la dirección del maestro del regimiento José María Munuera, en octubre de 1920 tocó en las veladas de la feria».

«A propuesta del señor Rodríguez Valdés, la Excelentísima Corporación acordó por unanimidad un voto de gracias para los señores jefes y oficiales del Regimiento de Infantería de España por haber accedido a la petición de esta Alcaldía de que asistiera la brillante banda de música de dicho Cuerpo que con tan singular acierto dirige su Músico mayor el maestro don José María Munuera, a amenizar las veladas de nuestra feria mediante una gratificación muy inferior a la consignada en su arancel por los selectos conciertos espontánea y gratuitamente vienen dando en nuestras alamedas todos los días festivos desde su llegada a esta población».

La implicación musical del maestro José María Munuera, así como la positiva valoración de su actuación al frente de la banda de dicho Regimiento permitió el que pudiese estrenar en 1922, en la iglesia de Santiago de Lorca, una misa solemne a cuatro veces. Esta composición debió de ser escrita con anterioridad a octubre de 1909, pues en esa fecha moría su madre y esta Misa solemne la creó animado por ella. Es posible, recogiendo la noticia que publica El Diario de Murcia, en su edición de veintinueve de noviembre de 1894 que hubiese sido compuesto en ese año, pues según se puede leer en él, eran notables sus conocimientos musicales «demostrados en varias obras, especialmente en una misa a gran orquesta, ha poco concluida». Para el estreno de esta producción se debieron llevar a cabo trabajos de adaptación pues estaba instrumentada «para mayor número de intérpretes, y esto le creó múltiples dificultades cuantas veces intentó darla a conocer», por tanto, «la redujo al número de instrumentos y voces que reunirse han podido». En la puesta en escena de esta obra estuvo asesorado en la dirección de los coros por el maestro Gayón. El estreno de la obra fue muy aplaudida y grandemente elogiada, tal y como se recoge en el texto que reproducciones, publicado por La Tarde de Lorca el 24 de noviembre de 1922, y firmado por su director Juan López Barnes, con el seudónimo de «Juan del Pueblo».

«Misa solemne del maestro Munuera. No hemos de hacer un juicio crítico de la hermosa obra compuesta por el señor Munuera, porque nos falta competencia para ello; pero si la tuviéramos... tampoco lo haríamos.... Dícese, que el artista nace y no se hace; y si bueno es pedir al diamante que pulido sea, para que con múltiples facetas aumenten su belleza, bueno es pedir al artista cultura en su arte, para que sea más intensa, más poderosa su inspiración; y con esto basta.

José María Munuera que es artista porque artista nació, es, a su vez, un dominador del pentagrama, un maestro del contrapunto, que sabe armonías bellísimas, de melodías sublimes, de acentos musicales, que, dulces o arrobadores, melancólicos o nentes, serenos o majestuosos, graves o altivos, detonantes o tremebundos, hacen sentir a aquél que los escucha profundas emociones que estremecen el alma.

Yo las sentí oyendo esa "Misa solemne" fruto de su inspiración, estrenada en el templo de Santiago para celebrar la fiesta de Santa Cecilia.

Yo experimenté la sensación que deleita hasta elenternecimiento; la quietud augusta que hace brillar, serena, la llama del espíritu; el escalofrío que sobrecoge; la sacudida violenta que hacer vibrar los nervios... Toda esa gama de emociones que alas ponen al pensamiento para elevarlo a regiones ignotas.

Dicen los técnicos, que en esa obra musical de tan soberbio conjunto, de tan rica como hermosa instrumentación, hay brillantísimos atrevimientos, que marcan rutas de originalidad; rutas que se apartan de las tan viejas y trilladas, a que sometido viene este género de composiciones musicales; y convienen en que esos atrevimientos, son de una belleza indiscutible que avaloran la obra...

Yo sólo sé, que Munuera, abomina del preceptismo -valga la frase- en el arte, cuando pretende limitar, restringir, el mágico vuelo de la inspiración; cuando, como dije antes, quiere encasillar el pensamiento, marcar un rumbo determinado que amanera al artista y empequeñece al arte, haciendo de él mísera rutina.

La obra artística hay que sentirla y expresarla como se siente, y del mismo modo que pretender entre los humanos la igualdad física es un absurdo, pretender que todos los temperamentos artísticos vacíen o ajusten sus concepciones en el mismo molde, es pretender un imposible.

La nueva Misa, fue escrita hace muchos años, cuando la juventud oreaba la frente del autor. Nació a impulsos del vehemente deseo de una mujer, de una mujer santa y piadosa, cuya memoria es sagrada para Munuera; fue su madre la inspiradora de esa bellísima página musical, y en su concepción, puso todos sus entusiasmos nuestro entrañable amigo. Instrumentada estaba para mayor número de intérpretes, y esto le creó múltiples dificultades cuantas veces intentó darla a conocer. La archivó, por fin; y ahora, con la cooperación de profesionales y aficionados que al conocerla la admiraron, sintiendo el deseo de que fuese oída y oírla él, la redujo al número de instrumentos y voces que reunirse han podido; y con escasos pero aprovechados ensayos parciales y sólo dos de conjunto -en los que el maestro Gayón ha trabajado en firme y con gran entusiasmo en la dirección de los coros- la interpretación fue brillante, y el éxito envidiable y justo.

Bravamente se portaron los intérpretes de la obra y satisfecho de sus esfuerzos, ha quedado el autor.

A todos enviamos nuestra felicitación cordialísima, y al notabilísimo compositor, la ofrenda cariñosa de nuestra admiración y de nuestro entusiasmo».

Fruto de la buena acogida que encontró Munuera en la ciudad de Lorca y al amparo de la demanda que de composiciones musicales de carácter piadoso hacía gala el sentir religioso y devocional de sus gentes, le llevó a estrenar «a gran orquesta el Stabat Mater», según recoge el período local «La Tarde de Lorca», el nueve de abril de 1923 y en el que se refiere, por parte del articulista, el deleite que causó esta obra, sobre todo, gracias a que «el señor Munuera es un exquisito compositor y esta nueva composición religiosa lo demuestra, una vez más». Este mismo sentido se recoge en la obra Música y Músicos en la Semana Santa de Lorca de Antonio Manzanera López, al referir que esta composición «dedicada a la Virgen de la Amargura» fue estrenada en la «Capilla de Nuestra Señora del Rosario en varios actos, obteniendo un clamoroso éxito».

Desde aquel destino en Lorca su vinculación con Totana se vio favorecida, lo que hizo posible que volviese a la ciudad en 1920 para dirigir la orquesta de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores35. Tras residir unos años en aquella ciudad, la familia se instaló en Guadalajara en los primeros días de septiembre de 1925. En esta ciudad el hijo mayor del matrimonio, José María, hizo su ingreso en la Academia Militar de Ingenieros. Unos días después de la llegada, Munuera Villar moría en su nuevo lugar de residencia, sin haber cumplido los sesenta años, a consecuencia de una pulmonía, era el día 23 de septiembre.

La noticia era recibida en Lorca al día siguiente, en donde Munuera contaba con innumerables amigos. El diario La Tarde de Lorca se hacía eco el día veinticinco de septiembre de ese año de esta noticia. Lo hacía con palabras emotivas, expresión del sentimiento de afecto que la huella de José María Munuera había dejado en la ciudad, en donde, además, hacía breves días que se había ausentado: «Letras de luto. José Munuera. Ayer nos sorprendió la infausta noticia, Pepe Munuera, nuestro querido y buen amigo, el notable compositor, el distinguido Músico Mayor de la Banda del Regimiento de España, ha dejado de existir. Hablábamos en esta casa con él, hace escasos días, y nos alegramos tanto al verle animado y alegre, mejorado de sus dolencias. ¡Quién podía pensar que aquel abrazo que recibí al dejar mi casa mi queridísimo amigo, era el último!

Fue Pepe Munuera, un enamorado de la música, un profesor de primera y un hombre cultísimo. Fue un buen esposo y un buen padre, y un amigo leal y sincero.

Al dedicar estas líneas a su memoria, reiteramos a su esposa e hijos y demás familia, la sincera expresión de nuestro sentimiento. Descanse en paz».

De igual modo, tenemos constancia, según queda recogido en diferentes documentos que conservan los descendientes de José María Munuera, que había estrenado también alguna obra en Málaga.

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