Si me permitís, me gustaría proponer un tema para la reflexión. Música y silencio. Rememoremos los momentos más emocionantes de la Semana Santa al hilo de la música (o el silencio, que es también una forma de la música).
Comenzaré yo, con vuestra venia. Y comenzaré hablando de esa genuina música del silencio.
CUATRO INSTANTANEAS SOBRE LA SEMANA SANTA DE GRANADA
PRIMERA INSTANTANEA
Lunes Santo. Media tarde. Barrio de la Magdalena. Nuestro Padre Jesús del Rescate, el Señor de Granada, conmueve con su mirada poblada de tristeza infinita a una ciudad entregada ante la belleza soberana de este Cristo de Diego (o José de Mora. Allá fuera, en la plaza, tiemblan casi en el aire los acordes del himno. Yo me quedo en el umbral del templo, no quiero oír nada más que sus pasos silenciosos, quedos.
SEGUNDA INSTANTANEA
Lunes Santo. Anochece. Del Convento del Santo Ángel Custodio sale un cortejo lúgubre, silencioso. Negras túnicas. Esparto. La imagen del Sagrado Protector de la ciudad se asoma a la noche primaveral de Granada desde lo alto de su patíbulo de plata. Su dolor terrible fue tallado por las manos de Jacobo Florentino "El Indaco" entre 1513 y 1520. Cristo de San Agustín. Belleza convulsa, espeluznante, de la agonía en la cruz.
TERCERA INSTANTANEA
Jueves Santo. Medianoche. Granada se estremece con el ruido de los goznes de la puerta de San Pedro y San Pablo. Granada entera espera a su Cristo de la Misericordia. Crucificado que talló José de Mora en una casa del Albaicín en el año del Señor de 1695. Carrera del Darro. Prodigio de la imaginería andaluza en su cruz de taracea. Silencio sólo interrumpido por el suave murmullo del cauce del Dauro, el suave racheo de las alpargatas de los costaleros y el quejido de los maderos del paso. Oscuridad sólo mitigada por una luna llena de ensueño sobre las altas torres de la Alhambra nazarí.
CUARTA INSTANTANEA
Viernes Santo. Campo del Príncipe. Ha llegado la hora. Todo se ha cumplido. La Virgen de la Soledad se detiene ante el crucificado de piedra de Los Favores. Granada es una marea silenciosa. Es lícito entonces pedir tres dones, aseguran los mayores. Más tarde, a la hora nona, un larguísimo y agudo toque de corneta señala el instante preciso de la muerte del Salvador en el Gólgota.