Mensajepor Ventimiglia » 08 May 2006, 14:14
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Escrito originalmente por Abenadar
Quisiera plantearos una cuestión. ¿Sería todo igual si no conocieramos al autor u orígenes de nuestras marchas de procesión?
¿Nuestro análisis sería el mismo? ¿Nos dejaríamos en ese caso llevar más por las emociones, sentimientos que la marcha nos produzca? Tanto en positivo como en negativo.
¿Marchas de autores de renombre podrían entonces salir peor valoradas y por contra, marchas de autores "mal valorados" podrían cobrar mejor estima?
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¿Y acaso sucede algo distinto? Yo creo que no. Para la inmensa mayoría de las Cofradías y Hermandades de España (y sus realidades nacionales) no existe el nombre del autor de ninguna marcha. Simplemente lo ignoran o les trae sin cuidado. Y no digamos la dedicatoria de la misma (salvo que sea propia, y no siempre) el año de composición o detalles de la estructura musical de la misma. Se tocan marchas porque gustan, porque se han tocado siempre o porque son nuevas pero son nuestras o porque son nuevas y han gustado. Por tanto no creo que en el caso que planteas variara la situación de forma sustancial.
Ahora bien, mi planteamiento es inverso.
Resulta que hay autores vivos con cierto predicamento en el estamento procesional (bandas o hermandades). Autores que legítimamente "se juegan las habichuelas" con la posibilidad de que sus marchas se graben más o/y se interpreten más. Y como dice el Génesis, eso es bueno. Y cada año existen por tanto muchas más marchas donde elegir. Y eso sigue siendo bueno.
Pero... yo pregunto. Si cada año se incrementa el número de marchas ¿es acaso malo que entre esas que incrementan el número estén muchas que se consideran desaparecidas o no se han oido en décadas? También suman, también suponen (todas, las unas y las otras) algo bueno.
Y el tiempo, con los repertorios más completos, con la posibilidad de elegir mayor, con más datos sobre cada marcha, el tiempo y sólo el tiempo dirá qué se interpreta. Cuáles vuelven o van al baúl de los recuerdos (esta vez convenientemente documentadas y con soporte fonográfico) y cuáles se escuchan masivamente tras los palios.
Pero lo harán desde una cierta lógica, cómo es saber qué marchas tienen dedicadas, haberlas escuchado, tener el cierto sentido de la responsabilidad de interpretarlas cuando su calidad así lo demande.
Y no he entrado -por no extenderme en demasía y porque no es mi campo- en la valoración musical de esas marchas, en si responden a una estructura de calidad o simplemente son "resultonas", que creo que también debe influir.
Tengo la sensación de que algunos bolsillos están ciertamente temerosos, ante la perspectiva de no mantener cada año el número de grabaciones suficiente para que los señores de la SGAE les proporcionen un cómodo colchón mientras silban alguna melodía con una copa de manzanilla en la mano...