Mensajepor Javi_EdT » 01 May 2019, 14:38
Yo este año no me puedo quejar en lo musical, en general he escuchado cosas buenas. Además estoy teniendo suerte y me estoy librando de la jartura.
Pero más allá de la vivencia personal, el análisis que puedo hacer desde mi perspectiva sevillana es que los repertorios están mostrando una nueva decadencia. Como todo en esta vida (o casi todo) es cíclico, está claro que hemos abandonado ya hace un tiempo el pico de más esplendor/menos basura (califíquese como se quiera) y estamos en cuesta abajo. Por tanto, volvemos a la situación de años atrás, pero con una diferencia bajo mi punto de vista: en esos años el nivel de la música sin calidad era ínfimo, con cascabeleos, melodías facilonas y solitos de flauta por doquier. Y aunque ahora mismo no estemos libres de esos mismos «peligros», creo que el mal es otro: música quizá no del todo mala pero sí demasiado simple, que no aporta nada, mediocre en una palabra. Música que puedes escuchar una vez y decir «bueno, venga, no hace daño», pero que gusta y empieza a escucharse en todas partes y, por ello, le acaban apareciendo las costuras muy rápidamente. Y lo peor de todo: música mediocre con aroma peliculero-romanticón-azucarado. Éste es el tipo de marchas que está triunfando y que está bajando el nivel; nada más que hay que fijarse un poco para darse cuenta de la proliferación de madrugamacarenas, siemprelaesperanzas y demás de similar tipología y el auge de autores que o no aportan nada o, directamente, son de baja estofa.
Mención aparte en todo esto merece el absoluto auge en Sevilla de la jartura, que ya empieza a escucharse en palios en los que no pega ni con cola y que ya está copando momentos «top», dados en muchas ocasiones (oh, casualidad) al sentimentalismo facilón. Es exactamente lo mismo que pasó con la rumbita baratillera: empezó a sonar en todas partes, incluso en las que apenas entraba con calzador, fue la estrella en los momentos estelares y se versionó hasta el hartazgo (agrupación, con guitarras y letra para ser cantada, etc.), por lo que espero que la marchita del saxo próximamente llegue a un nivel tal de repetición que comience su recesión como le pasó a la del maestro (je, je) Lola, que aún hoy se puede escuchar, claro que sí, pero no goza ni de un 10% del protagonismo que tuvo en su día.
En resumen (ya acabo, felicidades si has llegado leyendo hasta aquí), que estamos en años de mediocridad y habrá que aguantar el tirón. De momento no es algo para alarmarse e, insisto, no estamos en el subsuelo del buen gusto como pasó hace unos años. Además, a pesar de todo siguen sonando grandes composiciones tanto antiguas como contemporáneas y los grandes autores actuales siguen ahí regalándonos grandes obras. Así que llueve, pero no arrecia.
Soleá dame la mano a la reja de la carse, que tengo muchos hermanos huérfanos de pare y mare
"Hay que creer más en Dios y menos en el izquierdo por delante" (Nicolás Barbero)