Con un título tan bonito lo que lleva dentro no puede ser menos. Hoy rebusco en mi particular fonoteca, la que va cumpliendo su lustro de existencia y, aunque todavía no peina canas, sí que se encuentra en quinta o sexta fila esperando a que me reencuentre con ella. Los ecos del pasado inmediato aterrizan y me entrego a ellos para, cara a cara, contemplarlos y añorar lo que antes puntualmente se hacía y ahora, por no decir que nada, vuela. Me serena escuchar esta marcha fúnebre de cornetas y tambores, hija de Francisco Javier González Ríos. Si antes, deleitarse con ella era como una licencia al alcance de pocos, hoy día revolotea entre toda esa amalgama de ruidos infernales y desproporcionados.
Elegancia tranquilizadora la de esta marcha procesional, que quiere simbolizar en sus compases el misterio de la Santísima Trinidad, que procesiona en el paso del Sagrado Decreto del Sábado Santo sevillano. Su sonido fúnebre impacta, porque pocas veces los autores de este género pueden permitirse un lujo como el de hacer música y ataviarla de tristeza y patetismo frente a la estética actual de nuestras cofradías, presa de la dictadura de un grupo de cerriles y burros.
Con su profundo diseño armónico, los primeros compases se ven adueñados por las notas agudas tenidas de la corneta, a la que se van uniendo el resto de instrumentos que hacen un juego de imitación. El solo de corneta sobreviene, pero no necesita adornarse demasiado, porque es así de bueno, sin más. Explica con pocas palabras la solemnidad del hecho, pero no quiere alargarse mucho ni hacer excesivos aspavientos, que para eso ya están otros. Se suceden suavemente los diferentes motivos y la composición termina con una cadencia que deja en suspenso el final, como si no quisiera terminar.
A esta marcha le otorgamos el valor de la calidad, de la originalidad y del atrevimiento (no la valentía de muchas que miran a la galería: menuda valentía) Es como una "Salve Regina Martyrum" de Gámez, como una "Virgen del Valle" de Beigbeder o como un "Cristo de las Misericordias" de Braña. Pentagramas únicos, de exquisito paladar.