Mensajepor clavesol » 07 Mar 2008, 08:42
Gran contenido, pero un continente deficiente. La música de este nuevo disco de la banda de cornetas de las Cigarreras suena a gloria, después de seis años desde que viera la luz Madre Cigarrera, que a día de hoy e incluso con la presencia de Armonía, lo considero el mejor disco de cornetas de la historia.
Villamúsica y Cigarreras vuelven a darse la mano para plasmar un documento sonoro excepcional, con marchas que en su mayoría relucen por la calidad, una interpretación pulcra y un sonido de diez. Eso sí, el listón puesto por Madre Cigarreras era complicado de superar. Quizás, el presente disco lo iguala, cosa nada baladí.
Sorprende que una banda de la categoría de Cigarreras, con un contenido tan exquisito, revista su disco de un diseño tan pobre estética y literariamente hablando. Una portada aséptica, no por su cariz vanguardista, cosa que veo positivo, sino por la ausencia de cualquier atributo cofradiero que nos remita a la verdadera naturaleza de la banda. Un libreto sorprendentemente escueto, para nada a la altura de la banda y el disco que merecen unas páginas en condiciones donde se dé cuenta del contenido del CD y otros datos de interés.
El disco se divide en tres apartados claros, todos de interés. Por un lado la inclusión de algo innovador, como es una marcha para banda de música que incorpora no las cornetas en do al uso, sino las do/re de la misma banda de las Cigarreras. El otro versa sobre una adaptación de un canto litúrgico, algo más propio históricamente de las agrupaciones musicales. Y por último las marchas originales para cornetas y tambores.
Del primer apartado tenemos “Señora de la Victoria”, interpretada por la Banda Municipal de Sevilla, de Fco. Javier González Ríos, que, como indicábamos antes, está compuesta para banda con la participación de las cornetas en do/re. En este sentido, su autor, el músico mejor cualificado de la banda y que se encuentra cursando estudios superiores de música en el conservatorio sevillano, hace de la corneta no el simple instrumento ornamental y de realce que ha tenido siempre; sino que se vale de las mayores posibilidades melódicas, y por ende armónicas, de las cornetas en do/re para hacer de éstas un grupo instrumental con importancia melódica en algunos pasajes de la marcha hasta el punto de que hacen de papel solista. Si López Farfán supuso para la marcha en los años veinte un hito por la novedad de “La Estrella Sublime”, por ejemplo, González Ríos lo es ya por esta vuelta de tuerca. El tiempo nos dirá si esta idea tiene continuidad.
La adaptación para cornetas del “Cantemos al Amor de los Amores” de I. Busca de Sagastizábal (himno del Congreso Eucarístico de Madrid de 1911) es un alarde de maestría en la adaptación y arreglos de una partitura, a cargo del taller de marchas “El pentagrama” de la banda de las Cigarreras. El canto litúrgico no pierde un ápice de su solemnidad melódica y está perfectamente integrado en la plantilla de cornetas. Es un caso excepcional de buen gusto y delicadeza, digna del mejor transcriptor, ya que en estas calendas cada vez abundan menos los buenos y proliferan los malos o faltos de conocimiento técnico y estético. Además, este canto litúrgico se ha convertido en una seña de identidad de la hermandad de la Cena de Sevilla en su salida, cuando precede a la marcha “Eucaristía”.
En el apartado de marchas originales para cornetas, se nos presentan ocho títulos en los que existen evidentes diferencias en cuanto a calidad. Sin duda la mejor marcha de todas, con diferencia, es “Costaleros” de González Ríos, que dedicara a la cuadrilla del Cristo de los Favores de Granada por su XXV aniversario fundacional y que fue grabada por la banda del Despojado de Granada hace cuatro años aproximadamente. Esta compleja partitura aparece expuesta por las Cigarreras con una calidad encomiable. Su autor está muy por encima de sus compañeros Pedro Pacheco o David Álvarez y eso se nota. “Costaleros” está bastante bien estructurada, cuestión en la que muchos compositores de cornetas apenas reparan, e incluye un desarrollo temático muy adecuado, perfectamente ejecutado a lo largo de los compases. “Costaleros” tiene pasajes contrapuntísticos, donde no pueden faltar esos dúos de cornetas, que se asemejan en algo a episodios fugados.
Del resto del repertorio, merece la pena destacar “Aromas de un Recuerdo” del dúo compositivo Vicente Moreno y David Álvarez, “Noche de Lunes Santo” de Bienvenido Puelles Oliver, cuya erudita firma no puede faltar en un buen disco de Cigarreras que se precie y “Jesús en su Prendimiento” de Pedro Pacheco que en su conjunto queda mejor que su otra composición “Prendidos a Jesús”, donde quizás se pierde demasiado en las notas agudas de las cornetas y se olvida bastante del sentido de unicidad de la obra.
Concluyendo: un disco de colección, la continuación de “Madre Cigarrera” y un paso más en la profesionalización del género de las cornetas y tambores.