He repasado los subforos de autores y creo que sobre éste no hay nada. Si es así, ruego me disculpéis.
Querría saber vuestra valoración acerca de su obra. Muchos lo han confundido con su hermano, pues ciertamente la producción de Juan eclipsa por su tamaño a la de José. Por otro lado, Juan se repite más que el ajo en una tostá de aceite.
Aunque ambos practiquen un estilo de marcha similar yo percibo diferencias y particularmente me decanto por José.
Creo que bajo el concepto de "marcha de procesión" la obra "Aniversario Macareno" es de lo mejor que se ha hecho de veinte años para acá. Recuerdo su interpretación en la procesión de regreso de la Esperanza Macarena en 1989 precisamente en la celebración del XXV Aniversario de su Coronación. Desde el primer momento le vi un aire macareno elegante que desgraciadamente no tienen muchas de las composiciones recientes dedicadas a la que es Estrella de la Mañana.
Quizás la que menos me diga sea "Esperanza de Sor Ángela", porque "Victoria Cigarrera" y "Guadalupe Madre de la Hispanidad" aunque muy parecidas me parecen buenas marchas.
Opinad, por favor.
José Velázquez Sánchez
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El Varal de los Dolores
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José Velázquez Sánchez
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Farfano
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Yo le tengo especial manía a esta marcha, me parece de desfile circense, no puedo con ella.
El trío sí es bonito, pero la primera parte...
Además, se toca mucho, al menos por aquí, y estoy un pelín harto de oírla.
El trío sí es bonito, pero la primera parte...
Además, se toca mucho, al menos por aquí, y estoy un pelín harto de oírla.
"Cuando se toca buena música la gente no escucha, y cuando se toca mala música, la gente no habla" (Oscar Wilde)
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Sobre gustos... ya se sabe, pero creo que siendo honestos en estos últimos veinte años se han hecho mejores marchas bajo ese concepto de "marcha de procesión", o como queramos encuadrarlo. Poco después de esta marcha, Pedro Morales firmó Pasa la Virgen de la Soledad, sobresaliente y que está muy por encima de la de Velázquez. Y ya ni que decir tiene la cantidad de buenas marchas de procesión (tanto para el agrado de costaleros, como para su disgusto) que se han hecho desde que se estrenó esta marcha de "Aniversario Macareno".
Un saludo.
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Claramente no es una gran marcha para nada y que se abuse de ella consigue el efecto contrario al deseando, que nos cansemos.
No me importa escucharla alguna vez, pero no demasiadas veces.
Saludos.
P.D.: en Málaga también se toca muchísimo.
No me importa escucharla alguna vez, pero no demasiadas veces.
Saludos.
P.D.: en Málaga también se toca muchísimo.
Salve Mar de Penas / Salve Triste Madre / Salve Reina hermosa / llena de Piedades
Ruega por nosotros / Afligida Madre / para que Tu Hijo / no nos desampare
Vea: http://www.espejocofrade.tk
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A mi me gusta mucho el fuerte de bajos, y el contrapunto de los saxos en la repetición del trío. Aunque no se puede decir que sea una gran marcha.
Óskar Gallego (baculo_90)
Mi opinión no representa ningún grupo ni colectivo, es totalmente personal.
Si el violín es el rey de los instrumentos de cuerda, el saxofón es el más penetrante y emotivo de los de viento(E. Bozza)
Mi opinión no representa ningún grupo ni colectivo, es totalmente personal.
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Interpretación de "Victoria Cigarrera" ante la Imagen que la inspiró.
http://es.youtube.com/watch?v=15KVObcDD2g
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"...y la más sublime Estrella, iluminaste los montes, que ocultaban en Iniestas."
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parquemluisa
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Precioso artículo que le dedica hoy Antonio Burgos en el diario ABC:
El arzobispo y el sacristán
Me he acordado de la becqueriana leyenda de Maese Pérez. Del mismo modo que las magnolias vuelven siempre a florecer, henchidas de gloria, cuando han pasado los días del gozo, así Sevilla siempre torna a escribir sus más hermosas leyendas. Les hace leves retoques, las cambia de sitio y de personajes, pero en el fondo son las mismas. Me he acordado de Maese Pérez porque de un organista trata este palimpsesto de leyenda. Un organista que es algo más que un organista. Es organista, sacristán, músico de la Banda Municipal, compositor de marchas procesionales. Y macareno. Un macareno de Los Remedios. Igual que hay macarenos de Anchalaferia, y macarenos de Los Callejones, como mi lavandera de la calle Torrigiano, también los hay de Los Remedios. Algunos se han pasado allí la vida trabajando. Como el personaje de nuestra leyenda. Tan sevillano, que tiene nombre de cronista de los anales del siglo XIX: José Velázquez Sánchez se llama. Quien ha estado de sacristán en la parroquia de Los Remedios desde 1955. Desde que la fundó Don Otilio. Desde que la calle Asunción estaba por construir; Benito Villamarín iba a abrir el Cine Los Remedios; se levantaban en la Plaza de Cuba «los pisos de los millonarios», los primeros que costaron un millón de pesetas; en la esquina de Virgen de Loreto estaba la Granja Marisanch; las familias que venían del centro estrenaban los pisos de la Diputación; acababan de abrir la nueva Fábrica de Tabacos; las chavalas iban a bailar al Turín y García Pelayo aún no había puesto el Don Gonzalo en la calle Virgen del Valle, donde Juan Aizpuru, en la Delegación de Caza y Pesca, era el protodefensor de Doñana como espacio protegible.
A ese fundacional barrio de Los Remedios llegó José Velázquez de sacristán, cuando la parroquia funcionaba en la actual cripta y aún no habían construido ese hangar de aviones horroroso que hicieron, donde es tan difícil creer que Dios está allí. Velázquez es de Guillena, de donde vino con su afición a la música. El organista de Los Remedios es un hombre orquesta. Lo mismo era organista que sacristán. Y que músico de la Banda Municipal. Pronto quedó unido al paisaje sentimental de la parroquia. Sirvió a la Iglesia entre los pucheros del trabajo parroquial y alabó a Dios y a su Madre como compositor de marchas procesionales. Como estaba casado con María Luisa Ponce, «aquella niña guapa y triste a la que prohijó la lavandera de la calle Torrigiano», más macarena que las mariquillas, cuando llegaron los 25 años de la coronación de la Esperanza no le fue difícil componer una nostalgia en forma de marcha: «Aniversario macareno». Como luego, por no salir del barrio, le dedicó «Victoria Cigarrera» a la Virgen de la calle Sebastián Elcano.
El caso es que Velázquez el sacristán se jubiló y don Francisco Navarro, el párroco, pidió para él la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, por sus servicios a la Iglesia. El Papa se la concedió. Y la parroquia organizó un solemne acto para que se la impusiera el arzobispo. Pero el sacristán estaba enfermo, en cama. No podía asistir al acto en la parroquia. Llamaron de su parte al arzobispo. Le dijeron:
—Ilustrísima, que el sacristán está enfermo y no puede ir a la Iglesia a recoger la medalla.
Y el arzobispo, entre parábola y leyenda, dijo:
—Pues si el sacristán no puede ir a la iglesia, la Iglesia irá a casa del sacristán.
Y así fue. Todo un señor (y tan señor) arzobispo de Sevilla fue a la modesta casa donde vive quien durante 55 sirvió a la parroquia de Los Remedios con su trabajo y a la Iglesia con su música. Le impuso la medalla, rodeado de los suyos más cercanos. Chorreó la emoción. Y las lágrimas. Como las lágrimas de esa Esperanza que cada madrugada vuelve a escuchar su oración musical, la marcha que se estrenó en aquel aniversario de silencio de terciopelo verde de mayo, entre el merino de las capas de las magnolias.
El arzobispo y el sacristán
Me he acordado de la becqueriana leyenda de Maese Pérez. Del mismo modo que las magnolias vuelven siempre a florecer, henchidas de gloria, cuando han pasado los días del gozo, así Sevilla siempre torna a escribir sus más hermosas leyendas. Les hace leves retoques, las cambia de sitio y de personajes, pero en el fondo son las mismas. Me he acordado de Maese Pérez porque de un organista trata este palimpsesto de leyenda. Un organista que es algo más que un organista. Es organista, sacristán, músico de la Banda Municipal, compositor de marchas procesionales. Y macareno. Un macareno de Los Remedios. Igual que hay macarenos de Anchalaferia, y macarenos de Los Callejones, como mi lavandera de la calle Torrigiano, también los hay de Los Remedios. Algunos se han pasado allí la vida trabajando. Como el personaje de nuestra leyenda. Tan sevillano, que tiene nombre de cronista de los anales del siglo XIX: José Velázquez Sánchez se llama. Quien ha estado de sacristán en la parroquia de Los Remedios desde 1955. Desde que la fundó Don Otilio. Desde que la calle Asunción estaba por construir; Benito Villamarín iba a abrir el Cine Los Remedios; se levantaban en la Plaza de Cuba «los pisos de los millonarios», los primeros que costaron un millón de pesetas; en la esquina de Virgen de Loreto estaba la Granja Marisanch; las familias que venían del centro estrenaban los pisos de la Diputación; acababan de abrir la nueva Fábrica de Tabacos; las chavalas iban a bailar al Turín y García Pelayo aún no había puesto el Don Gonzalo en la calle Virgen del Valle, donde Juan Aizpuru, en la Delegación de Caza y Pesca, era el protodefensor de Doñana como espacio protegible.
A ese fundacional barrio de Los Remedios llegó José Velázquez de sacristán, cuando la parroquia funcionaba en la actual cripta y aún no habían construido ese hangar de aviones horroroso que hicieron, donde es tan difícil creer que Dios está allí. Velázquez es de Guillena, de donde vino con su afición a la música. El organista de Los Remedios es un hombre orquesta. Lo mismo era organista que sacristán. Y que músico de la Banda Municipal. Pronto quedó unido al paisaje sentimental de la parroquia. Sirvió a la Iglesia entre los pucheros del trabajo parroquial y alabó a Dios y a su Madre como compositor de marchas procesionales. Como estaba casado con María Luisa Ponce, «aquella niña guapa y triste a la que prohijó la lavandera de la calle Torrigiano», más macarena que las mariquillas, cuando llegaron los 25 años de la coronación de la Esperanza no le fue difícil componer una nostalgia en forma de marcha: «Aniversario macareno». Como luego, por no salir del barrio, le dedicó «Victoria Cigarrera» a la Virgen de la calle Sebastián Elcano.
El caso es que Velázquez el sacristán se jubiló y don Francisco Navarro, el párroco, pidió para él la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, por sus servicios a la Iglesia. El Papa se la concedió. Y la parroquia organizó un solemne acto para que se la impusiera el arzobispo. Pero el sacristán estaba enfermo, en cama. No podía asistir al acto en la parroquia. Llamaron de su parte al arzobispo. Le dijeron:
—Ilustrísima, que el sacristán está enfermo y no puede ir a la Iglesia a recoger la medalla.
Y el arzobispo, entre parábola y leyenda, dijo:
—Pues si el sacristán no puede ir a la iglesia, la Iglesia irá a casa del sacristán.
Y así fue. Todo un señor (y tan señor) arzobispo de Sevilla fue a la modesta casa donde vive quien durante 55 sirvió a la parroquia de Los Remedios con su trabajo y a la Iglesia con su música. Le impuso la medalla, rodeado de los suyos más cercanos. Chorreó la emoción. Y las lágrimas. Como las lágrimas de esa Esperanza que cada madrugada vuelve a escuchar su oración musical, la marcha que se estrenó en aquel aniversario de silencio de terciopelo verde de mayo, entre el merino de las capas de las magnolias.
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Farfano
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Me comunican que José Velázquez acaba de fallecer.
Una lástima, apenas ha podido descansar de su jubilación como músico de la Banda Municipal de Sevilla, que tuvo lugar hace no mucho tiempo.
Una lástima, apenas ha podido descansar de su jubilación como músico de la Banda Municipal de Sevilla, que tuvo lugar hace no mucho tiempo.
"Cuando se toca buena música la gente no escucha, y cuando se toca mala música, la gente no habla" (Oscar Wilde)
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El Varal de los Dolores
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dersoberano
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