Éstos son los datos que vienen:
http://www.a-beigbederasesores.com/index2.htm
Germán Álvarez Beigbeder, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), el 15 de diciembre de 1.882. Oriundo por línea paterna del político Juan Álvarez Méndez (Mendizábal), y por línea materna de los Beigbeder Ducoin, que procedentes de Sauvaladar (Francia), establecieron en Xerez a mediados del siglo XVIII, bodegas que alcanzaron gran prestigio en el mercado internacional. Su madre, gran aficionada a la música y hábil pianista, le hizo sentir las primeras emociones artísticas, iniciando su educación musical con D. Ángel Fernández Pacheco, discípulo de Arrieta, de quién recibió los conocimientos de solfeo y piano y más tarde, los de armonía con el profesor Pérez Monllor, estudios que recibía como complemento, que alternaba con los de bachillerato, pues sus padres se oponían a que se dedicase a la música como profesión, a pesar de la reconocida afición y excepcionales condiciones que hacia ella tenía. Prueba de ello, es el estreno de una plegaria, cuando contaba catorce años, que dedicó a la Virgen del Perpetuo Socorro, advocación de gran devoción familiar. Dos años antes interpretaba trozos de “Hugonotes” y diversos números del “Miserere” de Eslava para tiple.
La amistad con un notable “amateur” extranjero, discípulo del maestro Hallen, en Suecia, autor de varias óperas, le hizo conocer una buena escuela de piano y una gran parte de la escuela clásica de los siglos XVII y XVIII por cuyos maestros guardaba veneración sagrada.
Finalizados los estudios de bachillerato, su padre, socio de una importante entidad vinatera, contrarió sus deseos de abarcar la música como profesión, por desear que se ejercitase en aquellos menesteres mercantiles, lo que hizo retrasar por unos años la orientación de su carrera artística, él lo explicaba de la siguiente manera:
“mi padre tenía un negocio vinatero, y yo tuve que ayudarle. Fui no cabe duda, un mal viajante del vino, pero aquellas salidas de negocio aumentaron en mí las ganas de ser un buen músico, deseos que sentía desde pequeño”
Estos obligados viajes por Madrid y norte de España, le hicieron disfrutar de excelentes audiciones y aumentar su amor por el arte, a tal extremo que en el año 1.910, se trasladó definitivamente a Madrid, abrazando a la música como profesión. En la capital fue presentado al maestro Pérez Casas. Bajo su dirección, perfeccionó los estudios de armonía así como los de piano que él ya había cursado por afición y ampliados ahora por los de contrapunto y fuga, encauzándole en una educación musical seria, una escrupulosidad de labor y una afición de estudio constante que determinaron en definitiva su formación artística.
Preparábase para hacer oposiciones a una pensión en Roma y dirigía la orquesta del Gran Teatro de Madrid, cuando se anunciaron oposiciones a Músico Mayor de Infantería de Marina, a las que se presentó, y sin una preparación inmediata, obtuvo la plaza. Opositó también a una cátedra de armonía en el Conservatorio de Madrid, en estas oposiciones, que inició con varios, entre los que se encontraban algunos músicos de prestigio nacional, realizó y aprobó todas las pruebas, llegando hasta el final con los maestros Ruiz Manzanares y Bretón (hijo) a quién cayó en suerte la plaza.
Siendo Músico Mayor, hace la campaña de África en 1.913, allí coincidió con D. Manuel Manrique de Lara, jefe del mismo ejército que más tarde alcanzaría el almirantazgo, e ilustre músico, autor de varias obras sinfónicas y de óperas inspiradas en las leyendas cidianas. Esta convivencia con él, le dio ocasión de orientarse en los estudios de la composición.
En 1.929 solicita la separación del servicio en la Marina. Ese mismo año, es nombrado Director del Conservatorio Odero de Cádiz, figurando por entonces en el cuadro de profesores, el compositor Manuel de Falla que lo hacía en la Técnica e Interpretación Musical. Simultanea esta función con la organización en su tierra natal, de la Escuela y Banda de Música Municipal por encargo del Alcalde D. Enrique Rivero Pastor. Con posterioridad funda una Orquesta de Cámara, llevando a cabo una gran obra artística, para la divulgación de la música, con ambas agrupaciones, desarrollando una dilatada e incansable labor de culturalización por toda la provincia gaditana.
En 1.948 el pueblo de Jerez le nombra su Hijo Predilecto, figurando su nombre en el callejero de la ciudad.
El 29 de septiembre de 1.959, por resolución del Ministro de Justicia, se concede a los hijos y descendientes del ilustre compositor, la unión del apellido Álvarez-Beigbeder, “por haber acreditado suficientemente que, dichos apellidos han sido prestigiados en sus actividades artísticas, donde alcanzó gran relieve con sus creaciones musicales” .
En 1.963 el Ministro de Marina, le otorga la Cruz del Mérito Naval de primera clase con distintivo blanco, en reconocimiento a los méritos contraídos para con la Marina Española.
Sin embargo, el solía decir que su título más preciado era el de Terciario Carmelita, con cuyo habito, a su muerte, fue amortajado el once de octubre de 1.968. Decir al respecto, que el maestro ganó el primer premio internacional, del concurso convocado desde el Vaticano, para el himno de la referida corporación.
Dos de sus siete hijos continúan la tradición musical; Manuel Alejandro, compositor de música ligera de fama internacional; y José María, Comandante Director Músico de la Armada.
Autor sin estacionarse en su formación inicial, siguió la evolución musical con gran interés. No limitó en las filas vanguardistas, pero su producción, que se extendió a todos los géneros: sinfónico, religioso, dramático, etc. …, delata una muy sólida construcción y perfecta elaboración clásica.
D. Germán Álvarez Beigbeder, es un compositor perteneciente a la generación de músicos nacidos a fines del siglo pasado, que con tanta abnegación han colaborado en la ingrata labor de significación del arte nacional.
Norberto Almandoz, canónigo y maestro de Capilla de la Catedral Metropolitana, resumía su obra, en un artículo publicado en el ABC de Sevilla en 1.944, de la siguiente manera:
“El maestro Germán Álvarez Beigbeder, es compositor de probidad artística intachable. De la solidez de su preparación técnica y de su formación de raigambre clásica, se percata uno, con solo pasar la vista por cualquiera de sus partituras. Toda la producción que conocemos del modesto, pero ilustre compositor jerezano, revela una sólida formación clásica.
Sus ideas musicales, cuidadosamente seleccionadas, están servidas por una segura y robusta técnica. Fondo y forma se complementan en recias construcciones dignas de un maestro. Una lógica y premeditada laboración preside su obra, sin frialdad ni sequedad de cálculos. Ni lo imprevisto ni lo fortuito tiene efectividad alguna de ella. Indudablemente que de ser Beigbeder arquitecto, sus edificaciones habrían de resistir los más furiosos vendavales, solo una terrible conmoción sísmica podría dar en tierra con ella.”
La creación del Maestro ha estado centrada en obras sinfónicas; de obras escritas para piano; de piezas religiosas, con dos extraordinarias Misas, el Stábat Máter y la Salve Regina; de composiciones dramáticas y para banda de música; así como de un extenso repertorio de marchas militares y de marchas procesionales de una destacadísima calidad, inclusive fue el precursor de introducir las cornetas y los tambores en las mismas.
En varios conservatorios eran piezas obligadas, para el alumnado, algunas de sus composiciones.
La composición que a través de esta web están ustedes escuchando, se titula “Angostillo”, y es una de las mas destacadas expresiones de la música andaluza. Esta pieza, fue incluida en numerosas ocasiones, en los más selectos repertorios de orquestas de máxima importancia, tanto en el ámbito nacional como internacional.