Grandes Marchas
Un Recuerdo (Eduardo Lucena y Vallejo, 1883)
Mateo Olaya Marín
18 de Junio de 2005
Extracto de la crónica del reestreno para banda de música de la marcha procesional "Un Recuredo", publicado en esta web en la sección de actualidad.
[...]En la portada de la partitura original, que dicho sea de paso fue rescatada por Rafael León Ramírez en la pasada cuaresma, puede leerse perfectamente la dedicatoria de esta pieza: "Al Excmo. Ayuntamiento. Marcha fúnebre "Un Recuerdo". Escrita expresamente para la procesión oficial del Viernes Santo del año 1883". Esta procesión se trata de la única que en esa época acontecía en la Semana Santa cordobesa, la procesión del Santo Entierro, cuya hermandad, tras más de un siglo, ha tenido la oportunidad de volver a rememorar una música que en tiempos pretéritos ornaba el cortejo penitencial.
En sus seis minutos de duración aproximada, "Un Recuerdo" destila un marcado romanticismo, recordando a las obras que eran cultivadas por célebres maestros y conjugando la seriedad con un carácter dulce que para nada pretende inmiscuir al oyente en un ambiente fúnebre y de profuso patetismo. En este sentido vemos ciertas similitudes con otras marchas decimonónicas, como "El Señor de Pasión" (Ramón González, 1897), "La Pobre Carmen" (Eduardo López Juarranz) o la referida "¡Piedad!" (Eduardo López Juarranz, 1876) Sin duda una música de exquisita elegancia.
El esquema de la marcha se repite en otras composiciones coetáneas: introducción, primer tema, solo de bajos y trío.
La introducción, en fa menor, consta de ocho compases. Los dos primeros compases se desarrollan en registro grave y piano, solamente protagonizados por los clarinetes segundos, clarinetes terceros, saxos, bombardinos y tuba. Progresivamente se va incorporando toda la banda manteniendo siempre el piano que en el inicio reinaba.
Antes de pasar al primer tema los metales bajos ya han iniciado el ritmo de marcha para proceder a la gestación de éste, que se divide a su vez en dos frases de 8 compases cada una. Cada frase se repite y en ella las maderas ejercen la melodía que se traza con una dulzura exuberante. Siempre en piano se ejecutan algunas formas que confieren incisión y recurrencia, manteniendo viva la tensión musical.
Después se pasa a un segundo tema en tutti fuerte donde se materializan diferentes llamadas de los metales, sin llegar a ser el típico fuerte de bajos. Este solo de bajos comprende los siguientes veinticuatro compases, donde en ocasiones se suceden pasajes en piano del grupo de las maderas pero siempre encauzando la música unos portentosos metales bajos en fortísimo.
El trío, de dieciséis compases, está escrito en si bemol menor. Nuevamente las maderas dibujan la melodía y la percusión incide en la parte débil del compás haciendo el efecto de contra tiempo. Tras una repetición de este trío se produce un da capo, mediante el cual la marcha vuelve a repetirse para terminar en el compás justamente anterior al comienzo del trío final. Quisiera resaltar el efecto conclusivo de este da capo, que nos permite volver a reincidir en ese primer tema tan bello para terminar la marcha en un brillante tutti fuerte que persigue la contundencia sonora.
"Un Recuerdo" sorprende por la magnífica elaboración y maduración de un Eduardo Lucena que por entonces contaba con treinta y cuatro años. Una marcha que seguramente a partir de este concierto quedará impregnada en nuestra realidad cofrade, maravillando a todo aquél que la escuche.[...]