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Comentarios al concierto de la Banda de Música "Santísimo Cristo de Confalón" (Écija) el 17-03-2007

Miguel Aguilar Jiménez -Director-

19 de Marzo de 2007


Banda de Música "Santísimo Cristo de Confalón" (Écija)
Marchas cordobesas deciminónicas

Concierto de Marchas Procesionales
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Iglesia de La Magdalena
17 de marzo de 2007, 21:00 horas
CÓRDOBA

Organiza: Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba.

PROGRAMA

 * ¡Padre mío! (1890) Compositor Anónimo
(atribuida a Juan A. Gómez Navarro)

- Eduardo Lucena y Vallejo:
 * Marcha fúnebre número 1 (?)
 * Marcha fúnebre número 2 (?)
 * "Un recuerdo" (1883)

- Cipriano Martínez Rücker:
 * Marcha fúnebre op. 21 (1895)

- Juan Antonio Gómez Navarro:
 * ¡El Alma de mi Alma! (1896)
 * ¡Cuánto te Amaba! (1896)
 -Instrumentada por M. López Farfán-

- Cipriano Martínez Rücker:
 * Marcha fúnebre op. 35 (1898)

- Manuel López Farfán:
 * En mi Amargura (1896)


COMENTARIOS AL CONCIERTO

En la última década del siglo XIX Córdoba tiene el privilegio de contar con la presencia y el trabajo de tres grandes músico, de concepciones estéticas distintas pero con una sólida formación musical: Eduardo Lucena, Cipriano Martínez Rücker y Juan Antonio Gómez Navarro.

Y, como no podía ser de otra manera, los tres dejaron muestras de su creación artísitica en el género de la marcha procesional. Esto, que parece lógico en el caso de Eduardo Lucena, que ocupó el cargo de Director de la Banda Municipal de Música de Córdoba durante un tiempo, no lo es tanto en el contexto de la obra de los otros dos autores.

La relación de amistad que unía a Martínez Rücker con el entonces director de la Banda Municipal, Juan de la Torre Piédrola, a quien dedicó su "Capricho Andaluz", puede haber determinado el nacimiento de sus dos marchas fúnebres. En el caso de Gómez Navarro (que también tuvo que tener relación con el director de la banda municipal puesto que Rücker y él frecuentaban ambientes musicales comunes), fue el sentimiento por la muerte de su marcha la motivación para escribirlas.

Y he utilizado el calificativo de "procesional" para estas marchas a pesar de que todas llevan el calificativo de "Marchas Fúnebres" porque, sin lugar a dudas, fueron compuestas para ser interpretadas en la procesión del Santo Entierro que discurría el Viernes Santo por las calles de Córdoba.

Abrimos el concierto con una obra "¡Padre Mío!", recuperada del archivo de la antigua Banda Municipal de Córdoba donde aparece incluida en una carpeta nominada "Marchas de 1890". De esta obra sólo aparecen los papeles de los distintos instrumentos, -aunque sin el guión de dirección- en un excelente estado de conservación, lo que permite suponer que se interpretó en muy pocas ocasiones. El hecho de que la escritura sea la misma de la de "¡El Alma de mi Alma!", (y que esta grafía no se reproduzca en otras de la misma época) que su título se encuentre recogido entre signos de admiración (al igual que las otras dos marchas conocidas de Juan A. Gómez Navarro), que su padre hubiere fallecido en Lorca (Murcia) un tiempo antes (en el censo de 1889 aparece ya Doña Leonor Navarro como viuda) y sobre todo la estructura de la composición, me hacen pensar que saliera de la mano del entonces Maestro de Capilla de la Catedral. Futuras investigaciones podrán confirmar o negar una autoría que, a priori, resulta cuando menos sugerente.

De Eduardo Lucena presentamos tres de las cuatro marchas que, al parecer, compuso: de las número 1 y 2 desconocemos su fecha de composición, probablemente escritas entre 1880 y 1892; la fecha de composición de "Un recuerdo" parece indubitada. Eduardo Lucena compuso una tercera marcha procesional, hoy desaparecida, escrita con posterioridad a la número 2, como lo prueba el hecho de que en los papeles de "Un recuerdo" aparezca escrito el número "4" indicando el orden de aparición.

Martínez Rücker compuso sus dos marchas fúnebres para la Banda de Música de Córdoba, como antes se ha dicho, seguramente a petición de su entonces director. Él mismo realizó la instrumentación de estas obras adaptándose a la plantilla de la banda en esas fechas. Es curioso como en la Op. 21 aparece el "sarrusofón" (1), instrumento que tuvo una existencia fugaz y hoy totalmente desaparecido. Con posterioridad el mismo autor realizó de estas dos obras unas versiones para piano, matizando su carácter bandísitico y acercándola a la estructura propia de las sonatas clásicas, introduciéndoles elementos de expresividad más acorde para su interpretación en salones de conciertos y no como acompañamiento procesional.

De Gómez Navarro sólo se tenía conocimiento de "¡El Alma de mi Alma!". La imporante tarea investigadora y de recuperación del patrimonio musical que lleva a cabo el Director de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla Don Francisco Javier Gutiérrez Juan, ha permitido conocer una composición inédita del que fuera Maestro de Capilla de la Catedral de Córdoba: "¡Cuánto te Amaba!", marcha procesional compuesta a la muerta de su madre Dª Leonor Navarro y cuya instrumentación fue encomendada a un alumno suyo, un entonces joven músico militar, destinado en Córdoba, que participaba tocando el clarinete en las interpretaciones del Miserere en la Catedral: Manuel López Farfán. Sin embargo no fue hasta los años 40 del siglo XX cuando Farfán, ya jubilado, cumplió el encargo y realizó la instrumentación que, sin embargo, no se llegó a estrenar y ha permanecido inédita hasta la grabación que este año ha publicado la Banda Municipal de la capital Hispalense.

El aprecio, reconocimiento y admiración que López Farfán tuvo por su maestro queda reflejado en la carátula de la partitura de esa marcha, pero también en el homenaje que le realizó con la composición de su primera marcha procesional dedicada también a Doña Leonor Navarro y que tituló "En mi Amargura".

Para la interpretación de este concierto de marchas procesionales cordobesas hemos modificado la organización habitual de nuestra banda de música introduciendo instrumentos, hoy desaparecidos, pero habituales en las formaciones bandísticas de finales del XIX. Una parte importante de la sección de trompetas ha sido sustituida por "cornetines" y hemos reforzado la sección de metales con un onoven y barítonos,instrumentos que, en aquella época, tenían una sustantividad propia en el seno de las bandas de música. Con ello pretendemos no sólo acercar al oyente lo más posible al sonido real de estas composiciones sino también ofrecer la visión de cómo, desde nuestro punto de vista y atendiendo a las conclusiones de nuestras investigaciones, debían interpretarse las marchas procesionales a finales del siglo XIX.

NOTAS:
(1). En 1856, el director de bandas militares francés Sarrus inventó el sarrusofón y llegó a disfrutar su popularidad. Se conoció su uso en el jazz de finales de siglo XIX. Estaba construído en y disponía de una lenguata doble. Tenía 18 llaves con una digitación similar a la del saxofón, y los hacían en seis tamaños, del sopranino al contrabajo, siempre con el pabellón orientado hacia arriba, como en la tuba. Tiene un sonido potente y nasal.


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