Investigación
Stabat Mater
La marcha malagueña más antigua conocida
Aldo Durán
1 de Marzo de 2017
La Archicofradía de la Sangre, en junta celebrada el 16 de abril de 1928, acordó nombrar al heroico y laureado Regimiento Borbón nº 17 hermano mayor honorario como tributo de admiración y cariño. La presencia del Regimiento era una constante, primero los Jueves Santo y después los Miércoles Santo, en la salida procesional por las calles de la ciudad; solía marchar delante del trono del Stmo. Cristo de la Sangre. En el mes de septiembre se produjo el acto de entrega al coronel de un artístico pergamino, obra del pintor malagueño Rafael Murillo Carreras.
La Unión Ilustrada (30/09/1928)
El músico mayor del Regimiento Borbón se llamaba Sebastián Cabezas Ramos. Veterano militar que había ingresado en el servicio en 1887, estando destinado anteriormente en el Batallón de Cazadores nº 20 de La Palma y en el Regimiento Gravelinas nº 41 de Badajoz, del que ya formaba parte en 1908 [1], también como músico mayor. Contaba ya con 60 años de edad y estaba próximo su retiro y paso a la reserva; y, como agradecimiento a la archicofradía por el gesto con su Regimiento, decidió componer una marcha procesional a la nueva imagen titular de la misma, María Santísima de Consolación y Lágrimas. Era su ofrenda musical a la bella imagen, atribuida a la escuela de Fernando Ortiz, que iba a ser bendecida el 10 de marzo de 1929. Tituló su marcha "Stabat Mater"; composición sobria y austera en su realización, con un marcado carácter intimista, más fúnebre que festivo. No era su primera marcha procesional, ya que en 1921 había compuesto "Miriam", dedicada a la Virgen de las Nieves, patrona de Santa Cruz de la Palma (Tenerife). Llegó el día de la bendición, y se repartieron entre los asistentes unos recordatorios del acto que decían en su reverso: Ave María Purísima. La Real Archicofradía de la Sangre me trae a esta casa. Mi amado Hijo sea con vosotros. Al acogerme en vuestro amoroso regazo, enjuagaré vuestras lágrimas con los consuelos de mi amor, trayéndoos la dicha y la prosperidad.
María Santísima de Consolación y Lágrimas (Semana Santa de 1929). Foto: revista "La Saeta"
En la Semana Santa de aquel año la Archicofradía de la Sangre se preparaba para vivir un momento histórico, su nueva imagen titular iba a procesionar por las calles de Málaga; lo iba a hacer sobre un espectacular trono obra de Luis de Vicente, el cual no pudo terminar debido a su fallecimiento pero que culminó su propio hijo. Aquel trono constituía uno de los conjuntos barrocos más ambiciosos de la Semana Santa de Málaga. Aquellas veinte barras de palio salomónicas de plata, elaboradas en la casa Andrés y Fuster; aquellas lucecitas que por todos lados brillaban; el palio de terciopelo color malva profusamente bordado en oro; los ángeles de las esquinas... Aquel trono no se parecía a ninguno.
María Santísima de Consolación y Lágrimas el Jueves Santo de 1929. Foto: revista "La Saeta"
El primer admirador era el hermano mayor, Antonio Baena. Se cuenta que una señora que se encontraba en la iglesia de la Merced admirando el trono de la Virgen antes de una salida procesional, vió llegar a primera hora de la tarde a don Antonio, vestido ya con un elegante su frac; dio varias vueltas a los tronos, mirando arriba y abajo y metiéndose bajo ellos, para al final refugiarse en un rincón del altar en semipenumbra y desde allí contemplar a su Virgen. Al cabo de unos minutos, la señora se acercó para saludarlo, encontrándose transfigurado por un gesto de dolor y satisfacción; por su ancha cara curtida por el sol corrían unas lágrimas de sentimiento y de alegría a la vez, dignificando su ceño ante el dolor que reflejaba la cara santísima de la Madre que él adoraba. Baena reflejaba la legítima satisfacción y se emocionaba ante un espectáculo en el que él, hombre humilde de pueblo, se sentía colaborador y casi artífice. [2]
La salida estaba prevista para las diez de la noche del Miércoles Santo, sin embargo, hubo un invitado inesperado: la lluvia. Se acordó que procesionara en la tarde del Jueves Santo, antes de que salieran las cofradías de ese día; la acompañaría por las calles a esas horas de la tarde la Archicofradía de la Expiración que también había visto suspendido su desfile.
Cuatro de la tarde del Jueves Santo, no cabe un alfiler en la plaza de la Merced. A pesar de que se trataba de una hora impropia por aquel entonces para que una cofradía estuviera en la calle, se había creado una gran expectación. (...) sobre todo el paso de la Stma. Virgen de las Lágrimas, de una suntuosidad indescriptible, produjo sin cesar durante el desfile demostraciones de agrado y admiración. En la calle de Torrijos, y en un momento en que se desbordó el entusiasmo y las aclamaciones y vivas se sucedían sin interrupción, haciéndose paso entre el público que se apiñaba en las aceras, atravesó las filas un individuo que, poseído de ardoroso entusiasmo, dando fuertes vivas a la Virgen, se abrazó fuertemente al señor Baena Gómez que figuraba en la presidencia. [3]
María Santísima de Consolación y Lágrimas por la calle Álamos (Semana Santa de 1929). Foto: revista "La Saeta"
El trono de María Santísima de Consolación y Lágrimas iba escoltado por la Guardia Civil; detrás, la banda de Música del Regimiento Borbón nº 17.
El recorrido fue el siguiente: Plaza de la Merced (vuelta por lado izquierdo), Álamos, Torrijos, Pasillo de Santa Isabel, Arriola, Atarazanas, Torregorda, Alameda (centro) Larios, Plaza de la Constitución, Granada, Méndez Núñez, Plaza de Uncibay, Casapalma, Cárcer, Álamos, Plaza de la Merced (izquierda), a su templo.
En torno a las siete y media de la tarde llegaron a la calle Larios que había sido alfombrada y rociada de flores. Al penetrar en ella el paso de la Virgen, se recrudeció la expectación, volviéndose a oir vivas y aplausos. [4]. A las doce de la noche llegó el cortejo a la plaza de la Merced, concluyendo una jornada histórica para la Archicofradía de la Sangre.
Del trono que causaba gran admiración solo pudieron disfrutar los malagueños y los visitantes, que ya eran muchos, en tres ocasiones; en los sucesos de mayo de 1931 el trono fue destruido al encontrarse en el interior de la iglesia de la Merced, siendo la imagen de la Virgen seriamente dañada aunque pudo ser salvada y restaurada.
En enero de 1931 se había dictado la Real Orden [5] por la que se concedía a Sebastián Cabezas Ramos el retiro en Málaga. Se le había perdido el rastro a su composición hasta que, afortunadamente, fue encontrada en el archivo de la Banda Municipal de Música de Málaga por su gerente, Antonio García de Castro, quien inició una investigación sobre la historia de la misma. [6]. Posteriormente, sería interpretada por la Banda Municipal, bajo la dirección de Antonio Sánchez Pérez, en la exaltación de la saeta organizada por la Archicofradía de la Sangre en la Cuaresma del año 1998. Aquella ofrenda musical se había convertido en la más antigua marcha procesional, escrita para banda de música y dedicada a una imagen titular, conservada en nuestra ciudad; quedando como testimonio de lo que supuso la primera salida procesional de María Santísima de Consolación y Lágrimas.
(1) Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración, nº 1. 1908.p 1091.
(2) SALINAS BAENA, J.J., "Antonio Baena Gómez, constructor de sí mismo". Málaga,1995, p.170
(3) La Unión Mercantil,Málaga, 29 de marzo de 1929.
(4) Ibídem
(5) Diario Oficial del Ministerio del Ejército, 21 de enero de 1931. p 203.
(6) Información oral suministrada por Carlos Javier García de Castro.
Publicado en el blog nosoloalameda.es
STABAT MATER
(1929)
Sebastián Cabezas Ramos
Municipal de Málaga
XVIII Concierto Bajo Palio. 29/03/2009
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XVIII Concierto Bajo Palio. 29/03/2009