Investigación

La música de la Cofradía del Silencio

Antonio Pantión Pérez

20 de Septiembre de 2017


Recuperamos, a modo de curiosidad, un artículo firmado por Antonio Pantión y publicado en la revista cofradiera "Calvario" en la Cuaresma del año 1947.

Quiero dar mi opinión sobre las marchas fúnebres sevillanas, porque tienen que llevar ese calificativo, "Marchas fúnebres sevillanas".

Dos únicas marchas geniales en su género, la número uno, la del inmortal Chopin, la otra, la inspiradísima de Jone, características en extremo, tanto es así, que ni un solo año se dejan de oír en nuestra incomparable Semana Santa, por una o varias bandas.

Y una vez hecha la mención de esas dos obras geniales, pasemos a las que por su fama han conseguido en el ambiente sevillano ser insustituibles. Ellas son: La Amargura, de M. Font (q. e. d.), La Estrella, de D. M. Farfán (q. e. d.) y Nuestra Señora del Valle, de D. Vicente G. Zarzuela. Estas tres, pudiéramos decir, son el tipo de las marchas fúnebres sevillanas, por su ambiente, sus ritmos, y melodías tan apropiadas.

La prueba de ello es, que no creo que haya sevillano que al oír algunas de estas marchas no sepa cuál es. Hay que ser sevillano para darle ese sabor que requiere nuestra marcha fúnebre.

Hay otras, que sin llegar a tener la popularidad de éstas, ocupan un buen lugar y quizás por el poco tiempo que llevan ejecutándose, no llegan a ser tan conocidas.

En eso, mi opinión es, que cada Hermandad debía tener su marcha, como sello particular de la Cofradía.
Hay varias que ya la tienen, que han sido escritas por sus hermanos y dedicadas a la Hermandad; como Nuestra Señora de Regla, de D. M. Borrego, Nuestro Padre Jesús de las Penas (de San Vicente) de A. Pantión, y a la misma Hermandad otra a Nuestra Señora de los Dolores, de D. P. Braña.
Así como casi todas las hermandades tienen sus coplas propias, debían tener una marcha fúnebre.

Hay una Hermandad, que es la que nos hace ver nuestra Semana Santa en su estado primitivo; (si se me permite la frase) y nos lo dice con cuatro notas, esta es, la Hermandad del Silencio. Por los años 1500, según consta en el archivo de la Hermandad, acompañaban a las Sagradas Imágenes, sacerdotes del Asilo de San Pedro cantando salmos penitenciales delante de las andas de las Imágenes.

Fotografiados van, tres fragmentos de esas pequeñas tocatas, cuya Hermandad posee ocho, todas ellas como podrán ver por la fotografía del original, deben ser del mismo autor, a juzgar por sus giros melódicos y cadencias, teniendo todas ellas, un sabor y una sobriedad que nos refleja una impresión de dolor, de recogimiento, que no creo haya ser humano que al oír esa pequeña tocata en esa madrugada del Viernes Santo, no le mueva su sentir, y esas cuatro notas le hagan meditar en la Pasión del Divino Redentor.



Ahí tenemos los dos contrastes de las Marchas fúnebres, las de las Bandas nos animan, pero esta pequeña tocata que posee como una joya la Hermandad del Silencio, nos hace ir a la meditación y pensar en lo Alto.

En ella podemos ver el espíritu de nuestra Semana Santa desde sus comienzos, en esa música vemos ese espíritu de devoción y de recogimiento de nuestros antepasados, en esas notas nos muestra esa Hermandad por excelencia, que conserva su fervor que siempre latente, como una advertencia constante, se toca en todos los momentos solemnes de sus cultos, como es la Elevación de la Santa Misa y en la Bendición.

Como se verá por la fotografía de la parte de oboe, pone: Canción; lo cual da a entender que todas ellas eran cantadas por los hermanos; de esas letras no existe vestigio en la Hermandad, sólo queda la música¹. Así es que hace 220 años que se tocan esas pequeñas marchas. Sufrió extravío la partitura, y como verán los fragmentos fotografiados uno del año 1727 y otro del 1865, nos da a entender que antes de esa fecha ya se tocaban. Se puede ver por estas tocatas, sonatas, o saetas, como ponen en algunos papeles de los instrumentos, que solamente son tres, oboe primero, oboe segundo y fagot, la importancia y la impresión que nos causan esas pequeñas marchas.



La Hermandad del Silencio siempre tendrá esa característica, ese sello inconfundible, ese ambiente que no se puede lograr más que con algo que nos muestra su pasado, eso es esa joya de marcha, inconfundible, sencilla, que hoy día no se podría hacer tan maravillosa ni de tanto ambiente.

Así que tenemos esa dualidad en nuestras marchas fúnebres, lo que fue y lo que es; la música nos lo dice con esta pequeña marcha de la Hermandad del Silencio, y con las marchas fúnebres sevillanas como pedestales que sostienen esa línea recta por donde desfila nuestra Semana Santa de siglos, diciéndonos esas melodías, nuestro sentir y fervor.



Antonio Pantión

Sevilla, 11 de marzo de 1947


¹ Aún en la actualidad no podemos asegurar que las famosas saetillas del Silencio tuvieran letra, ya que se sigue sin tener noticia de la misma. Según nos aclara Francisco de Asís Manzanero Osuna, no puede descartarse completamente esta existencia de letra, que posiblemente correspondería sólo a las dos voces de oboe; de no existir, el uso del término «canción» en el título (que es, recordemos, Canciones a tres a Jesús Nazareno) podría deberse a un error terminológico del autor o del copista, o bien a un uso arcaizante como sinónimo de «canzona», aunque dicha forma instrumental tenía un carácter más complejo y contrapuntístico.

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