Investigación
Cornetas, tambores y violines: antecedentes, contexto e intrahistoria de "La Estrella Sublime"
José Manuel Castroviejo López
27 de Marzo de 2025
Dos únicas marchas geniales en su género, la número uno, la del inmortal Chopin,
la otra, la inspiradísima de "Jone", características en extremo, tanto es así, que ni un solo año
se dejan de oír en nuestra incomparable Semana Santa, por una o varias bandas.
Y una vez hecha la mención de esas dos obras geniales, pasemos a las que por su fama
han conseguido en el ambiente sevillano ser insustituibles. Ellas son: "Amarguras",
de D. M. Font (q. e. d.), "La Estrella Sublime", de D. M. L. Farfán (q. e. d.) y "Virgen del Valle",
de D. Vicente G. Zarzuela. Estas tres, pudiéramos decir, son el tipo de las marchas fúnebres sevillanas,
por su ambiente, sus ritmos, y melodías tan apropiadas. La prueba de ello es,
que no creo que haya sevillano que al oír algunas de estas marchas no sepa cuál es.
la otra, la inspiradísima de "Jone", características en extremo, tanto es así, que ni un solo año
se dejan de oír en nuestra incomparable Semana Santa, por una o varias bandas.
Y una vez hecha la mención de esas dos obras geniales, pasemos a las que por su fama
han conseguido en el ambiente sevillano ser insustituibles. Ellas son: "Amarguras",
de D. M. Font (q. e. d.), "La Estrella Sublime", de D. M. L. Farfán (q. e. d.) y "Virgen del Valle",
de D. Vicente G. Zarzuela. Estas tres, pudiéramos decir, son el tipo de las marchas fúnebres sevillanas,
por su ambiente, sus ritmos, y melodías tan apropiadas. La prueba de ello es,
que no creo que haya sevillano que al oír algunas de estas marchas no sepa cuál es.
Así es como definía el recordado Antonio Pantión el clasicismo de la música procesional sevillana en la revista Calvario del año 1947, incluyendo La Estrella Sublime entre las marchas imprescindibles (1).
Manuel López Farfán fue testigo del éxito de muchas de sus composiciones cofradieras ya desde principios del siglo XX, como ocurrió con Spes Nostra (1904) -dedicada a la Macarena y celebradísima por la saeta de fliscorno que se ejecutaba desde el público o desde un balcón- y posteriormente con El Refugio de María (1921) y, sobre todo, Pasan los campanilleros (1924).
Con esta última (quizá la marcha con más impacto de toda la historia de la música procesional) más la terna que culminó en 1925 -El Dulce Nombre, La Estrella Sublime y La Esperanza de Triana-, Farfán logró un grado de fama y prestigio pocas veces alcanzado.
Estas tres composiciones, además de la celebración de su primer centenario, comparten numerosas particularidades que las hacen muy singulares.
Cornetas y tambores
Se afirma con frecuencia que fue La Estrella Sublime la primera marcha con acompañamiento de cornetas y tambores. Esta afirmación es inexacta, pues ya a principios de siglo, otro músico de Soria 9, Francisco Soler Ridaura, compuso varias marchas fúnebres con cornetas y tambores, como A la memoria del General Chinchilla.
La novedad de La Estrella Sublime consiste en que las cornetas y tambores son un recurso descriptivo. En la música militar existían dos formaciones musicales, independientes entre sí: la banda de cornetas y tambores y la unidad de música. En las cofradías, a veces eran contratadas por separado y en otras ocasiones conformaban un solo conjunto. No obstante, en Semana Santa, aunque fuesen unidas, no actuaban juntas: se turnaban en las interpretaciones, pues raramente las marchas fúnebres incluían cornetas y tambores.
En La Estrella Sublime, Farfán evoca esta alternancia tan típica de las procesiones de antaño (se puede comprobar en las introducciones y conclusiones en numerosos discos antiguos de saetas). Esto ya lo apuntó Francisco Pizarro Gómez -que fue director de El Carmen de Salteras- en el Boletín de la Hermandad del año 2017: "realmente estaba pensando en una marcha de cornetas y tambores con acompañamiento de banda de música [...] Y en el campo de la instrumentación, también significó una novedad por dar un carácter netamente melódico al cuerpo de cornetas y tambores, sometiendo a un segundo plano a la banda de música" (2).
Podemos comprobar, efectivamente, cómo en toda la primera parte de la marcha, cornetas y tambores son absolutos protagonistas, mientras que en el trío o parte final, desaparecen, siendo la banda de música la única intérprete.
Pocos días después de finalizar La Estrella Sublime, Farfán compuso otra marcha con acompañamiento de cornetas y tambores: La Esperanza de Triana. Sin embargo, el tratamiento instrumental de esta última es distinto. Narra musicalmente el transcurso de la cofradía, desde la banda que abre paso a la Cruz de guía hasta el murmullo de la gente dispersándose tras contemplar la procesión. Así, a diferencia de La Estrella Sublime, en la cual cornetas y tambores tienen protagonismo en una primera parte, en La Esperanza de Triana están más integradas con el resto de la plantilla, con acompañamiento continuo durante toda la marcha.
Violines
En la primera marcha compuesta el prolífico 1925, El Dulce Nombre, Farfán incluyó un instrumento insólito en la plantilla de banda de música: la ocarina. Pero no menos insólito es el uso de los violines: en La Esperanza de Triana, el violín es solista, interpretando una saeta; en La Estrella Sublime, los violines son absolutos protagonistas de la primera sección del trío.
¿De dónde procede este alarde? Pensamos que, desde muy joven, Farfán sintió una especial predilección por el violín, además del clarinete, instrumento en el que se especializó en la música militar.

Pablo de Sarasate
Al poco de ingresar como voluntario en la Banda del Batallón de Cazadores de Cataluña n.º 1, en 1888 dicho batallón fue trasladado a Córdoba, ciudad en la que Farfán estudió con Juan Antonio Gómez Navarro, Maestro de Capilla de la Catedral cordobesa. El ambiente musical en el que se desenvolvió nuestro compositor debió propiciar el acercamiento a otros géneros distintos a los habituales en las bandas de música. El Diario de Córdoba del 28 de abril de 1891 nos da pistas sobre ello a través de la visita del célebre Pablo de Sarasate.
En el tren correo de ayer han salido para Murcia el eminente artista señor don Pablo Sarasate y la señora Marx.
Acudieron a la estación a despedirlos el señor don Juan Gómez Navarro, maestro de capilla,
el profesor de piano don Cipriano Martínez Rücker, el director de la Banda del Batallón de Cazadores
y algunos distinguidos aficionados (3).
En 1895 López Farfán compuso una obra para orquesta denominada Una diamela con el subtítulo de Serenata andaluza. Algunos años después, en 1902, ocupando ya su primer destino como Músico Mayor en el Regimiento de Cantabria n.º 39 en Pamplona, dedicó una versión de la misma a Sarasate, aprovechando los actos de su nombramiento como hijo predilecto de Pamplona. En la partitura de esta nueva versión observamos: "Al eminente violinista y compositor de música Don Pablo de Sarasate" (4). La prensa pamplonesa se hizo eco de tal deferencia:
El insigne artista pamplonés don Pablo Sarasate, al hacer entrega de los objetos, joyas y documentos
que ofreció al Ayuntamiento, tuvo el simpático rasgo de pedir una medalla de concejal,
anunciando que sería para él el regalo más valioso que se le podía conceder y del que no se separaría nunca.
Ni que decir tiene que la petición de don Pablo fue concedida en el acto por el Alcalde don Joaquín Viñas,
que le regaló la que él usaba. El Músico Mayor del Regimiento de Cantabria don Manuel López Farfán
compuso una serenata andaluza que dedicó y entregó a Sarasate, diciéndole que la estrenaría
en uno de los conciertos del Paseo de Valencia (5).
anunciando que sería para él el regalo más valioso que se le podía conceder y del que no se separaría nunca.
Ni que decir tiene que la petición de don Pablo fue concedida en el acto por el Alcalde don Joaquín Viñas,
que le regaló la que él usaba. El Músico Mayor del Regimiento de Cantabria don Manuel López Farfán
compuso una serenata andaluza que dedicó y entregó a Sarasate, diciéndole que la estrenaría
en uno de los conciertos del Paseo de Valencia (5).
Portada de "Una diamela", conservada en la Banda Municipal de Sevilla
Otra personalidad a la cual nuestro autor dedica una de sus obras es Manuel Quiroga Losada. Este prestigioso músico pontevedrés fue el tercer violinista español en obtener el primer premio del Conservatorio de París, tras Pablo de Sarasate y Fernando Palatín, miembro este último de una célebre saga de músicos sevillanos.

Manuel Quiroga Losada
La pieza a la que nos referimos data de 1918, época en que Farfán dirigía la Banda del Regimiento de Zaragoza n.º 12 en Santiago de Compostela y formaba parte de la Sociedad Filarmónica de dicha ciudad. La romanza sin palabras Mi hada es un obsequio a Quiroga con motivo de un concierto que ofreció en la capital compostelana. La dedicatoria de la partitura reza así: "Al insigne y virtuoso concertista de violín, gloria de la nación española, Don Manuel Quiroga" (6). Se trata de una obra con dos versiones, una para violín y piano y otra para saxofón alto y banda de música.
Portada de "Mi hada" conservada en la Banda Municipal de Sevilla
Tanto en La Estrella Sublime como en La Esperanza de Triana, Farfán deja indicaciones de cómo interpretarlas en caso de no contar con violines. Sin embargo, no debemos considerar un sueño irrealizable el inusitado hecho de añadir violines a la banda en la calle, pues consta documentalmente que el Domingo de Ramos de 1925 Soria 9 acompañó a la Hiniesta estrenando La Estrella Sublime con tales instrumentos.
Además, contamos con otros dos testimonios que así lo certifican. El primero es una fotografía de Soria 9 en 1929 tras el paso de palio por el Pasaje Mallol, en la cual se atisba cómo uno de los músicos porta una funda de violín. El segundo viene reflejado en una disertación de Joaquín Turina sobre la música cofradiera en el semanario Fotos, en abril de 1944: "Recordamos haber escuchado una [marcha], hace años, que imitaba el canto popular de los campanilleros: los músicos de la banda tocaban las campanillas. También recordamos otra, en la que aparecía un solo de violín" (7).
Si bien el solo citado por Turina hace referencia a La Esperanza de Triana, es lógico pensar que lo mismo ocurría con La Estrella Sublime, tratándose por tanto de algo habitual durante la estancia de Farfán en Soria 9.
Con La Estrella Sublime Manuel López Farfán estableció, sin pretenderlo, el modelo canónico actual para cualquier marcha de procesión con cornetas, por lo que además del tesoro que supone para la Hermandad de la Hiniesta es un tesoro de la historia de la Semana Santa de Sevilla.
NOTAS
(1) Revista Calvario [Sevilla], 1947.
(2) "La Estrella Sublime" en Boletín Hiniesta, 2017.
(3) Diario de Córdoba, 28 de abril de 1891.
(4) Archivo de la Banda Municipal de Sevilla. Fondo Manuel López Farfán.
(5) Diario de Navarra, 3 de julio de 1977 (retrospectiva de 1902).
(6) Archivo de la Banda Municipal de Sevilla. Fondo Manuel López Farfán.
(7) Semanario Fotos, 1 de abril de 1944.
Publicado en el Boletín "Hiniesta· del año 2025