Investigación

La marcha procesional de Enrique Báez

Mateo Olaya Marín

20 de Abril de 2008


Es escuchar sus marchas y aparecer la nostalgia. No se deduce de ello un menosprecio al presente, ni mucho menos, sino una añoranza por lo que ya quedó atrás. El cordobés Enrique Báez (1924-2003) no hace mucho que falleció, pero se va notando en el ambiente que se le echa de menos. No volverá a nacer ninguna marcha procesional con la personalidad imprimida por él, y esos momentos tan históricos, que fueron el estreno de sus mejores marchas, habitan en los anales.

Nos consuela poder seguir escuchándole cada vez que una banda de música acomete una de sus partituras consagradas a imágenes cordobesas, redescubrirlas con aires renovados envueltos en neófitas sensaciones auditivas. Categóricamente hablando, podemos afirmar que conforme más avanza el tiempo, títulos como "Virgen de las Angustias" o "Virgen de los Dolores" aumentan su prestigio artístico.

¿Pero cómo empezó todo? Córdoba no necesitaba de la eclosión musical sevillana. Se bastó con dos pilares bandísticos de enjundia: la banda municipal  y la banda militar (la del Regimiento de Lepanto) Aquel horno bullía en creatividad y corcheas sobre pentagramas. Dámaso Torres daba forma con su "Misericordia, Señor" a una marcha espectacular que si se tocara hoy por las mejores formaciones sería objeto de devoción; Pedro Gámez Laserna soñaba con una saeta de La Talegona transmutada en "Saeta Cordobesa" y Enrique Báez no tardó en dejarse subyugar por las estéticas pasionistas y componer para lo que vendría a constituir una saga dorada de marchas procesionales.

Aunque en toda evolución musical no puede hablarse de rupturas en sentido estricto, sí tenían estas marchas unas características que en mayor o menor medida diferían de las precursoras decimonónicas y se acercaban al tipo de marcha con raíces castrenses. Pero centrémonos en el caso especial de Enrique Báez.

Si nos adentramos en sus marchas procesionales, descubriremos a un gran compositor que debería ser considerado por las voces más reacias como uno de los mejores maestros del género, no sólo en Córdoba, que se da por sentado, sino en Andalucía. Observando sus estrenos en el tiempo, deducimos tres épocas esenciales: una primera, el comienzo, en los años cincuenta; la intermedia en los setenta y la última que ronda los años ochenta y el amanecer de los noventa. Sobre todo, las dos primeras etapas supusieron la plasmación de los enormes valores técnicos de sus composiciones y el asentamiento de su genuino estilo. El final fue una normal continuación de lo que había escrito con anterioridad, cosa no baladí.

Su ópera prima data de 1952, cuando se estrena en el pregón de aquella Semana Santa la marcha "Virgen de las Angustias". Inspiradísima página, como así la calificaron los críticos de aquellas calendas, esta música dedicada al imponente misterio efigiado por Juan de Mesa traspasa el cerco de una compleja distribución de notas para traducirse en sensaciones escalofriantes y tristes. Su comienzo, decidido y complicado en los bajos del metal de la banda, se une a un tema principal en el doloroso re menor que dibuja el perfecto ambiente fúnebre y tétrico. Báez no escatima en soberbios pasajes, como esos compases de enmudecimiento rotos por una caja que precede a un llanto angustiado de las maderas. Su trío final modula a sol mayor y con él una melodía más reposada y estable, con el acompañamiento cuasi militar de unas trompetas en sordina.

A los tres años, en 1955, firma "Jesús Caído", seria y austera, aunque algo más alejada del dramatismo extremo de "Virgen de las Angustias", y dedicada a la homónima imagen de San Cayetano. Durante la pequeña introducción, un canto lánguido en do menor conduce al tema principal, mediante unos compases con el apoyo de los bajos en negras, donde se utiliza el mismo motivo introductorio elaborándose sobre una profunda armonía. A medio camino aparece una saetilla, encomendada a clarinetes, saxofones y fliscornos, con una letra que, como su autor indica en al partitura, "no tiene nada que ver con Jesús Caído y es sencillamente a la memoria de mi madre". La partitura continúa respirando aires de plegaria y oración, con un evocador trío final en el que despunta esa facilidad que su autor siempre tuvo con la incrustación de perfectos contrapuntos.

Tuvieron que pasar exactamente veinte años hasta que Báez compuso su siguiente marcha, "Por una Madre", de un carácter contrapuesto al fúnebre que había trazado sus dos anteriores composiciones. Llama la atención que, tratándose de una marcha dedicada a la memoria de su madre, el eximio violinista cordobés se deja subyugar por la efusividad musical para sellar una obra maestra del género, complejísima en su melodía y armonía, con unos recovecos en el diseño melódico donde más de una vez nos sumerge en su virtuoso violín por la vertiginosidad de los movimientos de clarinetes y resto de maderas. He aquí otro distintivo del compositor, el poder que le ofrecía su violín para la creación de melodías, hasta el punto de que cuando con posterioridad las marchas fueron arregladas para orquesta, no perdían ni un ápice de su esencia.

"Por una madre" es un tesoro que aún está por descubrir. Si bien ahí quedó para la historia la grabación de la Banda Municipal de Córdoba, dirigida por Luis Bedmar en 1981, convertida ya en banda-orquesta, después ha sido una marcha que se ha puesto en el atril en pocas ocasiones. La banda de música de la Esperanza de Córdoba la recuperó para su concierto homenaje a Santa Cecilia en noviembre de 2006. En aquella ocasión pudimos deleitarnos con esas tensiones armónicas tan bien planteadas y cómo la música torna su do menor inicial a un explosivo y triunfal do mayor, en el que aparece una plegaría sincera del autor a su madre.

"Virgen del Socorro", de 1978 a modo de ofrenda para la muy venerada imagen de gloria cordobesa, entronca con la anterior composición en su cariz letífico y en una melodía fruto de otro momento álgido de inspiración de Báez, pues su madre era muy devota de la Virgen. Como ya sucediera con otras de sus marchas, en algunos compases aparece una letra que simboliza el grado de sentimiento que Báez siempre puso sobre cualquier partitura que llegó a firmar, donde se entrevé su arraigada condición religiosa. La marcha finaliza como "Por una Madre", sobre fragorosos acordes en tutti fuerte. Por desgracia, esta auténtica joya musical es despreciada por la hermandad a la que está dedicada, signo inequívoco de que la figura de Báez no está todavía lo suficientemente reconocida en el orbe cofradiero.

"Virgen de los Dolores" (1988), "Cristo de la Clemencia" (1990) y "Reina de San Nicolás" (1989) son tres bellos títulos para cerrar un repertorio envidiable, aunque, bien es cierto, llegaría a escribir otras que a día de hoy son, cuando menos, prácticamente desconocidas. La marcha para la Señora de Córdoba rezuma elegancia, con un adecuado tratamiento de las maderas; "Cristo de la Clemencia" lleva en su trío final ese soniquete castrense de las trompetas con sordina que nos remite a su primera obra, "Virgen de las Angustias"; y "Reina de San Nicolás" contiene una entrada con fanfarria de trompetas y otras peculiaridades como un original pasaje, cual trío, que antecede a un fuerte de bajos.

De todo el corpus de marchas de Enrique Báez, se descubre a un compositor que maneja con sabiduría y precisión la instrumentación de la banda, asignando a las distintas cuerdas unas tesituras a veces extremas y dificultosas en su correcta y limpia ejecución. Descolla también la textura oscura y contrapuntística que adorna esas melodías tan ocurrentes, líricas, que nos recuerdan a uno de sus coetáneos e igualmente gran músico, Pedro Gámez Laserna.

UNA SEÑA DE IDENTIDAD DE SUS MARCHAS: EL MOVIMIENTO RÍTMICO DEL METAL

Una de las principales características de las marchas de Enrique Báez, es el movimiento melódico y rítmico que hace con la cuerda del metal. En muchas de sus marchas las trompetas aparecen realizando llamadas en fuerte sobre unas figuraciones de muy corta duración, como pueden ser semicorcheas pero sobre todo, y esto es lo más destacado por lo inusual en el género, tresillos de fusas combinados con tresillos de semicorcheas. Pero no sólo se ciñe al viento metal, sino que el viento madera dibuja unas melodías sinuosas con la inserción de sucesiones de semicorcheas, fusas o, como pasa en "Por una Madre", seisillos de fusas. Todo un reto para la interpretación musical, sin duda. Un sello muy personal.

BANDAS QUE HAN CULTIVADO LA MARCHA PROCESIONAL DE BÁEZ

La banda de música del Círculo Cultural Calíope de Fernán Núñez es una referencia en el repertorio de Enrique Báez. Desde los años ochenta, cuando empezaron a tocar en la Semana Santa de Córdoba en pasos como el de las Angustias, que todavía hoy siguen acompañando, hasta hoy esta prestigiosa banda ha puesto en el atril varias de sus marchas, grabando en disco dos de ellas ("Jesús Caído" y "Virgen de las Angustias"). La banda de música de la Asociación Cultural Puente Romano de Villa del Río ha difundido igualmente su figura, protagonizando un concierto-homenaje meses antes de su fallecimiento en febrero de 2003.

La antigua Música del Soria 9, dirigida por Abel Moreno, llevó al estudio cinco marchas Enrique Báez en su disco antológico sobre la marcha cordobesa: "Jesús Caído", "Virgen de las Angustias", "Virgen de los Dolores", "Cristo de la Clemencia" y "Reina de San Nicolás". Una década antes, la desaparecida Banda Municipal de Córdoba, con la batuta de Luis Bedmar, incluyó en una de sus dos cintas "Por una Madre" y "Virgen del Socorro".

En la actualidad la banda de música de la Esperanza de Córdoba incluye en su repertorio composiciones como "Por una madre" o "Virgen del Socorro", dentro de su proyecto encomiable de recuperación de la música cordobesa. Otras bandas, como la Oliva de Salteras (artífice de la segunda grabación en estudio de "Virgen del Socorro") ha interpretado estas hermosas páginas musicales y la banda de música de la Archicofradía de la Expiración de Málaga, que ornará musicalmente este año el transitar de la Virgen de los Dolores, ha insertado en su gran repertorio la marcha "Virgen de los Dolores".

Mateo Olaya Marín
Publicado en el suplemento de Semana Santa de El Día de Córdoba (15 de marzo de 2008)

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