Opinión
La música de D. Pedro Morales
Mateo Olaya Marín
6 de Abril de 2006
Durante estos meses hemos visto nacer discos de gran calidad, por su interpretación y repertorio. Hace unos días ha salido uno de los discos más esperados para el buen conocedor de la marcha procesional: el último trabajo discográfico de la Banda de Música "Mª Stma. de la Victoria" de Las Cigarreras en homenaje a la persona de D. Pedro Morales Muñoz, con el sello discográfico de Pasarela. Un disco que nada más salir se convierte en imprescindible para cualquier coleccionista de este tipo de música. De esos discos que podemos calificar como imperecederos, que nunca pasarán de moda porque su contenido es de proyección histórica.
Bajo la dirección artística y musical de Bartolomé Gómez Meliá, esta banda sevillana nos hace un precioso paseo por la marcha procesional de Pedro Morales, D. Pedro, a través de doce marchas procesionales que ofrecen una muestra muy representativa del catálogo de quien fuera mítico director de la Banda del Soria 9, porque se incluyen títulos de la primera época, otros de sus etapas intermedias y finalmente estrenos y últimas composiciones. Pese a ser el tercer disco homenaje a Pedro Morales, y sin desmerecer a los anteriores, éste que nos ocupa adquiere un resultado muy especial, por su concepción, diseño, repertorio y además porque en la realización del mismo se puede evidenciar la estrechísima relación que existe entre D. Pedro y su Banda de las Cigarreras, de la que es director honorario.
Este documento sonoro, en cuya portada podremos deleitarnos con la bellísima imagen de María Santísima de la Victoria presidiendo una foto de la banda, es el segundo que dicha formación musical publica, rubricándose el buen gusto musical que se traducía del primero. El lapso de tiempo entre ambos ha valido para que la banda de música, dirigida por el valenciano Bartolomé Gómez Meliá, sobresalga como una de las que mejor repertorio luce en las procesiones de Semana Santa y en los conciertos ofrecidos durante todo el año.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, el disco homenaje a D. Pedro Morales, podemos detenernos primeramente en un grupo de marchas alegres consagradas, básicas y fundamentales para un buen repertorio, como son "Virgen de los Negritos" (1972), "Dulce Nombre de Jesús" (1983) y "Pasa la Virgen de la Soledad" (1988). La primera es una de las significativas del autor homenajeado, con un comienzo en el que reza el "Angelitos Negros" de Antonio Machín, un paradigmático fuerte de bajos y un trío con cadencia sorprendente. Las otras dos suponen registros bastante bien grabados, como así se merecen esas dos grandes partituras. Muy conseguidos aparecen los compases de "Dulce Nombre de Jesús" y "Pasa la Virgen de la Soledad", desde el fantástico trío final de la primera hasta la espectacular introducción de la segunda.
En otro capítulo podemos citar marchas ya conocidas de Pedro Morales pero que, sin embargo y por desgracia, apenas suenan en nuestras procesiones. Éstos son los casos de "Cristo de la Conversión" (1984), "Virgen de la Esperanza" (1995), "Virgen de la Cabeza" (1991) y "Juan Jesús" (1997).
"Cristo de la Conversión" es tristemente la que más ha pasado desapercibida de las tres en total que su autor ha escrito para la Hermandad de Montserrat. Su inclusión en este disco supone una recuperación crucial, incluso un redescubrimiento de la misma, de gran elegancia y solemnidad, con pasajes sugerentes. "Virgen de la Esperanza" se ha visto, quizás, eclipsada por la amplia sombra de "Esperanza Macarena", pero ello no es óbice para valorar como es debida esta composición, de una fuerza destacada y vestida de ese carácter castrense que tan bien y tan acertadamente aporta Pedro Morales a sus marchas. El carácter lento de las marchas "Virgen de la Cabeza" y "Juan Jesús" simboliza un tipo de marcha procesional en la que el autor también ha cosechado logrados éxitos en la crítica más especializada. Ante "Virgen de la Cabeza" nunca podremos permanecer indiferentes, especialmente con su sobrecogedor inicio, en el que se plantea una música totalmente metafórica. Pero especial atención merece la interpretación de "Juan Jesús", marcha de gran carga emotiva pues fue compuesta en memoria del hijo del Maestro, Juan Jesús Morales, fallecido en trágicas circunstancias. Esta obra sume al oyente en unas sensaciones inimaginables, donde hasta se puede vivir y participar del particular desgarro y sentimiento contrapuesto con la que su autor la compone. El metal fuerte, la madera dulce, los timbales contundentes y luctuosos, las campanas de duelo... un conjunto sonoro impactante que tiene en esta grabación una perspectiva difícil de superar, en tanto en cuanto se puede apreciar una cierta recreación en el comienzo, con un tempo algo lento, que a medida que los compases avanzan va tomando más celeridad hasta asentarse a un ritmo normal. El rubato de esta composición marca la gran influencia que la figura de Pedro Morales ejerce en la grabación del disco.
Para cerrar esta sincera valoración del disco abordamos la selección de marchas de nueva factura: "A ti, Consolación" (2004), "Consolación" (2002), "Madre y Señora del Buen Fin" (2005), "Dolores de Vera Cruz" (2000) y "Te veré en el cielo" (2004).
"A ti, Consolación" es una prueba más de la relación tan especial que tiene D. Pedro con la localidad de Carrión de los Céspedes, a cuya patrona está dedicada la marcha, porque recordemos que ya en 1987 compuso "Virgen de Consolación", dedicada a dicha imagen, coincidiendo con una época en la que el prestigioso director militar dirigía la banda municipal de allí. "Consolación", en cambio, la firma para la titular de la Cofradía de la Sed, una marcha donde se respira el recurrente el estilo militar que protagoniza buena parte de su obra. "Madre y Señora del Buen Fin" y "Dolores de Vera Cruz" nacen como otro de los numerosos encargos que nuestro querido y admirado D. Pedro tiene en las últimas fechas.
Y para culminar la marcha fúnebre que compuso a su esposa fallecida en agosto del 2004: "Te veré en el cielo". Pese a estar concebida en un contexto muy parecido a "Juan Jesús", "Te veré en el cielo" es espejo de resignación ante la muerte de su esposa tras un período duro de enfermedad. Dista algo en su carácter con respecto a "Juan Jesús", donde se subraya más el desgarro y los sentimientos contrapuestos por la pérdida brusca de un hijo. Pero ambas marchas suponen puntos álgidos de inspiración en situaciones parecidas, aunque también con diferencias.
D. Pedro, gracias por hacernos vibrar con sensaciones especiales al escuchar su música y gracias por esa vida dedicada plena y generosamente a la marcha procesional. Género éste que, con personas como usted, adquiere dimensiones extraordinarias.
MATEO OLAYA MARÍN
Cabra (Córdoba) 2006
Cabra (Córdoba) 2006