Entrevistas
David Hurtado Torres (Otoño 2007)
Músico y compositor
24 de Septiembre de 2007

David Hurtado Torres, sevillano de nacimiento, pianista y compositor, proviene de una gran familia arraigada al flamenco, ya que es hijo de la popular Dolores Torres Valderrama, sobrina del mítico Juanito Valderrama.
Gran experto en flamencología, ha sido profesor y autor de diversos libros sobre esta temática (realizados junto con su hermano Antonio).
En una agradable tarde otoñal sevillana, este joven músico nos concede una entrevista para la web.
Patrimonio Musical. Estimado amigo David, resúmanos brevemente qué significa el flamenco para usted y cómo ha influido en su vida.
David Hurtado Torres. El flamenco ha formado parte de mi vida desde siempre, ya que por tradición familiar lo he ido asimilando de manera natural desde mi infancia. En mis recuerdos más remotos ya aparece la figura de mi tío abuelo, que ha sido el último cantaor legendario de la historia del flamenco. Crecer junto a una persona así es un privilegio impagable, ya que el caudal de conocimientos y secretos que recibes sobre un arte tan sublime como el que nos ocupa es inconmensurable. Por otro lado está mi madre, una figura también decisiva en mi relación con el flamenco, además, ella es la heredera del legado artístico de su tío, y la que custodia y mantiene viva la llama artística de nuestra saga. Por todo esto puedo decir que el flamenco corre por mis venas, ya que como decía Lorca el flamenco es una cultura que se deposita en la sangre.
Delimitar el modo en el que el flamenco ha influido en mí como músico es algo difícil, ya que desde mi época de estudiante en el conservatorio me obsesionaba la idea de darle a este arte una dimensión más universal; en cierto modo se trataba de continuar la labor que Manuel de Falla había iniciado al comienzo del siglo XX y que tras su muerte ningún compositor había continuado de manera seria. Pero había muchos problemas en este camino. Universalizar una música supone codificarla y sistematizarla de tal manera que cualquier músico del mundo pueda componer en ese estilo o interpretarlo, y en ese sentido estaba todo por hacer, ya que el flamenco ha sido desde siempre un arte de transmisión oral, por lo que mis primeros esfuerzos se centraron en desarrollar una serie de técnicas rítmicas, armónicas y melódicas que me permitieran escribirlo en partitura de la manera más fiel posible al hecho sonoro real, y así apareció mi primer libro (escrito junto a mi hermano Antonio) El arte de la escritura musical flamenca, en donde por primera vez en la historia, el cante flamenco era trasladado a un pentagrama con todos sus matices y particularidades musicales. Una vez conseguido esto, el siguiente paso fue empezar a componer flamenco para toda suerte de instrumentos que nunca antes habían tenido conexión alguna con esta música, y así llegó el CD Pentagrama flamenco, en donde de nuevo con mi hermano como coautor recreamos un amplio abanico de piezas flamencas interpretadas por una formación camerística integrada por un oboe, una viola de gamba, un piano y un grupo de percusión. Tras esto, solo quedaba dar el último paso, que no era otro que llevar el flamenco al terreno sinfónico, algo que he conseguido recientemente con mi obra De profundis.
P. M. ¿Cree que el flamenco está de moda actualmente?
D. H. T. Es evidente que el flamenco está experimentando un desarrollo extraordinario, y hoy día se trata de uno de los géneros musicales que más proyección tienen en todo el mundo. Ahora bien, existe una enorme confusión a la hora de utilizar el término "flamenco", ya que es una palabra que se está convirtiendo en una especie de cajón de sastre en la que caben muchas cosas que no son flamenco ni por asomo. El flamenco es un repertorio de piezas concretas al que hay que sumar una manera determinada de interpretar esa música. Ahora bien, sería absurdo negar que el flamenco no evoluciona, porque no ha dejado de hacerlo desde su aparición; basta con escuchar a un guitarrista de principios del siglo XX como Ramón Montoya y a otro de nuestra época como pueda ser Gerardo Núñez; ambos tocan flamenco, pero su lenguaje no es el mismo (sin que ello suponga que ninguno de los dos sea mejor o peor que el otro) pero otra cosa bien distinta es decir que todos esos grupitos de música que hoy proliferan siguiendo la estela de un famoso dúo gaditano de dudoso gusto hacen flamenco, o en el peor de los casos, flamenquito, que es una palabra que en mi opinión denigra al género (imagínese si no a un tenor que diga que él canta operita, para comprender la falacia que está sucediendo con el flamenco). El que quiera saber lo que es el flamenco de verdad que escuche la discografía de La Niña de los Peines, o de Don Antonio Chacón o de Juan Valderrama, antes de pasar a Camarón (ese es otro error muy frecuente en el aficionado que se acerca al flamenco y empieza por escuchar los discos de Camarón y de Paco de Lucía, ignorando todo lo anterior que es donde realmente se encuentran las cimas más altas de este arte; sería lo mismo que si te gusta la música clásica pero sólo oyes a Stravinsky y desconoces a Bach).
P. M. ¿Cómo cree que ha podido influir el flamenco en la música procesional?
D. H. T. Pues en contra de lo que se piensa ha influido bastante poco. Otra cosa es que alguien crea que esta escribiendo una marcha "flamenca" porque emplee la llamada cadencia andaluza o flamenca, pero esa progresión de acorde ya se hacía en la música barroca miles de veces y no era flamenco. Sin embargo el flamenco podría constituir una fuente de inspiración casi inagotable si el compositor de marchas que se lo propusiera supiera lo que tiene entre manos. Desgraciadamente no suele ser así, y el resultado de esto son obras que todos conocemos cuyos títulos por delicadeza obviaré. Para mí, las marchas que verdaderamente han utilizado elementos extraídos del flamenco son Soleá dame la mano, El Cachorro y Saeta cordobesa de Gámez Laserna y dos marchas mías: Después de la madrugá y Soleá de Triana. Todo lo demás cuando menos no tiene nada que ver con el flamenco, y en el peor de los casos lo que hace es caer en la caricatura.
P. M. Su primera marcha procesional ("Al Cristo del Amor") data de 1993, cuando tan sólo tenía 17 años. ¿Cómo surgió ese interés por introducirse en el mundo de la música procesional?.
D. H. T. Cuando me preguntan sobre ese tema siempre respondo lo mismo: yo soy un compositor para el que escribir una marcha no es más ni menos importante que escribir una pieza para piano o una canción. Es evidente que es imposible ser sevillano y dedicarse al arte y mantenerse abstraído de la Semana santa y sus impresionantes efluvios artísticos. Ahí tenemos a artistas como Bécquer, Cernuda o Gonzalo Bilbao, que no pudieron resistirse a los cantos de sirena de la Semana Santa y la incluyeron en sus obras en algún momento. Ahora bien, por otro lado desconfío muchísimo de los "compositores de marchas". Ese grado de especialización tan exagerada me parece algo muy simple y empobrecedor para el arte. Velázquez no sólo pintaba retratos, Lope de Vega no sólo escribía comedias y Mozart no sólo componía sinfonías. Un artista debe conocer bien su oficio y ser capaz de cultivar todas las formas posibles. En mi caso concreto, la creación de música procesional en realidad ha sido algo anecdótico y motivado por cuestiones sentimentales, ya que sólo he escrito seis, y una de ellas (Al Cristo del Amor precisamente) la he excluido de mi catálogo por ser a mi juicio una obra de juventud que no está a la altura de mis otras marchas.
P. M. Una pregunta con polémica: como experto en flamenco que es, ¿considera flamenco cierto tipo de marchas procesionales que se componen en la actualidad?
D. H. T. La respuesta a esta pregunta ya la he expuesto antes. Mi opinión en este sentido es tajante; excluyendo las marchas que he citado con anterioridad yo no he escuchado nada hasta la fecha que pueda decirse que está influido por el flamenco y muchísimo menos que se le pueda llamar flamenco. El flamenco es una cosa muy seria y difícil de manejar, y si no posees la técnica necesaria para ello lo más probable es que te explote en las manos, que, por otro lado, es lo que hoy está pasando.
P. M. ¿Cómo ve el futuro de la música procesional?.
D. H. T. Pues tras un largo periodo de crisis parece que empieza a verse la luz. Los últimos 15 ó 20 años han sido nefastos en lo que a música procesional se refiere. Sin embargo el fenómeno merece una pequeña reflexión por lo que de curioso tiene. Durante muchos años el público ha asistido sin inmutarse a unos desfiles procesionales protagonizados por unas imágenes, unos pasos, y unos cortejos maravillosos, que constituyen un patrimonio artístico, cultural y sentimental de valor incalculable, pero este deslumbrante espectáculo ha ido acompañado durante estos años por una música que ni de lejos estaba a la altura de las circunstancias. Curiosamente el público no reparaba en tan flagrante despropósito y no sólo se limitaba a tolerar esto, sino que en muchos casos experimentaba goce estético y admiración hacia toda esa pléyade de bodrios musicales. Para comprender bien el asunto basta con establecer una simple analogía: acompañar nuestros desfiles procesionales con una música como la que se ha interpretado durante tanto tiempo es exactamente igual que si contempláramos a cualquiera de nuestras dolorosas procesionar vestida con un chándal de mercadillo y sobre un paso tallado en madera de cajón de frutas, seguro que si esto se produjera la gente reaccionaría, pero claro, la música siempre pasa más desapercibida por ser precisamente la más sutil de todas las artes. Afortunadamente la cosa está cambiando, y desde hace algún tiempo algo se mueve en la música procesional gracias a personas con nombre y apellido. Por un lado están los nuevos compositores, gente como mi amigo Manuel Marvizón, Javier Alonso, David Gómez, Francisco Pastor, José de la Vega, José Manuel Bernal, Luque Vela, Marín, Pedrosa y algunos más que han tenido la valentía de dar un paso adelante, apostar por la calidad y aguantar el chaparrón que a todos ellos les ha caído y les sigue cayendo precisamente por ser honestos y buenos artistas. Y por otro lado hay un grupo de directores como Francisco Javier Gutiérrez, José Manuel Toscano, José Manuel Bernal o Camilo Irizo que también han iniciado un movimiento de rescate y revalorización de las marchas antiguas olvidadas y/o desconocidas de los maestros del pasado y al mismo tiempo de promoción de los autores contemporáneos que durante años han trabajado en el más absoluto silencio y lo que es peor, indiferencia. Todo esto está posibilitando que el panorama cambie, que caigan los ídolos con pies de barro, que se desempolve aquello que nunca debió olvidarse y que el patrimonio musical crezca con obras buenas de verdad.
P. M. Como le gusta a usted decir, "no sólo de marchas vive el hombre". Resúmanos un poco su obra como músico compositor y cuáles son sus próximos proyectos.
D. H. T. Como dije antes, desde mi niñez he compaginado el flamenco con la música clásica. Empecé a componer muy joven, con nueve o diez años, y he escrito para muchos géneros: música para piano, música de cámara, música orquestal, música incidental, música procesional, canciones y por supuesto flamenco. Desde muy pronto me di cuenta de que precisamente era en el flamenco donde tenía un camino más largo que recorrer, y donde tenía una labor más interesante que abordar, contribuir en la medida de mis posibilidades a su universalización definitiva a través de su sistematización, y a la construcción de un nuevo género: el flamenco sinfónico, y así de este modo emprendí toda esa labor de la que ya hablé anteriormente teniendo como objetivo final llegar a la orquesta sinfónica, que es el punto en el que me encuentro en este momento. Mis proyectos más inmediatos son concluir la orquestación de De profundis y un concierto para piano y orquesta que ya estoy ideando.
P. M. Explíquenos con más detalle cómo surgió su obra flamenca "De profundis", que tanto éxito está cosechando desde su estreno el pasado mes de Marzo.
D. H. T. De profundis surgió por un encargo de Francisco Javier Gutiérrez, quien me pidió una obra flamenca para la Banda Municipal de Sevilla. Como ya dije antes, hacía ya tiempo que yo proyectaba escribir una obra flamenca de gran formato para una formación sinfónica, y aunque mi idea era hacerla para una orquesta, no podía dejar pasar esta extraordinaria ocasión que de manos de Gutiérrez se me brindaba. El primer problema que me planteé como compositor para abordar esta obra era el modo de aunar el flamenco más puro y tradicional con los procedimientos y recursos musicales que el flamenco de vanguardia emplea, hasta que decidí incluir una voz solista, una soprano, que sería la encargada de recoger esa parte clásica, dejando así a la banda el peso de desarrollar todos esos elementos modernos de los que hablaba. Con esta obra pretendía demostrar que el flamenco puede ser un lenguaje universal capaz de adaptarse a cualquier formación musical o a cualquier tipo de voz (en este caso una cantante lírica), sacándolo de este modo de todas las limitaciones interpretativas en las que esta música había estado encerrada tradicionalmente. De profundis está articulada en seis movimientos a través de los cuales se recorren los estilos más importantes del flamenco (soleares, alegrías, malagueñas, tangos, seguiriyas, bulerías, tonás...) y en ella he volcado todos los conocimientos que adquirido en mi carrera y a través de mis investigaciones y experimentos armónicos y rítmicos. Con todos estos mimbres la obra se estrenó a principios de Marzo y fue un éxito apoteósico. A partir de ese momento De profundis empezó a andar, se ha grabado en un CD que saldrá al mercado en Octubre, está siendo solicitada de toda España y el próximo año dará el salto de la banda a la orquesta sinfónica. El caso es que la obra ha caído con muy buen pie y me está abriendo muchas puertas a las que jamás pensé que me dejaran llamar siquiera.
P. M. La pregunta que no podía faltar. Indíquenos la marcha procesional que más le guste y el autor de marchas al que más admire.
D. H. T. Para mí sigue siendo insuperable Virgen del Valle de Gómez-Zarzuela, porque no se puede decir más con menos medios. Se trata de una obra dotada de una expresividad arrolladora y una sencillez que sorprende. Uno de mis momentos imperdonables de la Semana Santa es la entrada de la Hermandad del Valle en el inicio de la madrugada del Viernes Santo. El contraste que provoca ese acto tan íntimo, desnudo de artificios y conmovedor con la explosión de sensaciones que simultáneamente están sucediendo en otras zonas de Sevilla en ese mismo momento como la Macarena o San Lorenzo es conmovedor. De hecho es una entrada a la que asiste poco público, porque es una de esas cosas que, como decía Juan Ramón Jiménez, está destinada a una inmensa minoría. El tiempo no envejece a esta marcha, muy al contrario lo que hace es darle solera como a los buenos vinos, y eso se palpa al escucharla in situ, se percibe claramente que ahí detrás hay muchas cosas, una carga emocional enorme que te cala hondo y te conmueve hasta lo mas profundo del ser.
Al margen de esto, admiro mucho a Gámez Laserna. En su obra nos demuestra cómo el binomio cabeza-corazón, cuando se combina sabiamente, es una unión infalible que produce verdaderos colosos.
P. M. Y de las seis que tiene compuestas, ¿siente predilección por alguna en especial?
D. H. T. Todas tienen un significado especial para mí, ya que no escribo nada a no ser que tenga algo que decir. Sin embargo a Resignación le tengo especial cariño por las circunstancias vitales y personales que atravesaba cuando la escribí a finales de 1998. Evidentemente esas circunstancias me las guardo para mí, ya que para los demás está la marcha.
P. M. Y fuera de la música procesional, ¿algún autor y/o obra predilecta?.
D. H. T. Autores, dos: Bach y Chopin, ciencia y expresividad aunada como nadie en estos dos titanes no sólo del arte, sino de la Humanidad. En cuanto a obras, elijo también dos: La Pasión según San Mateo de Bach y la Balada nº 4 de Chopin; quien quiera saber por qué estas dos, que las escuche y hablamos.
P. M. Qué le parece la existencia de webs como www.patrimoniomusical.com?.
D. H. T. Como reza el dicho: quien da primero da dos veces, y con esto quiero decir que era inexplicable que el género de la música procesional no tuviera crítica especializada al igual que el resto de estilos musicales. Esta es una de las causas que también contribuía a que el mundo de las marchas fuera un campo sin vallar, pasto de forajidos e individuos sin escrúpulos, ya que no había nadie que al menos les pusiera en evidencia. Por lo tanto, aplaudo con todas mis fuerzas la aparición de webs como ésta que tanto y con tan buen criterio están haciendo por este género. Espero sincera y fervientemente que continuéis creciendo en la misma dirección que hasta ahora habéis llevado y de no ser así, como se suele decir, que Dios os lo demande.