Investigación

La elegancia musical de Pedro Gámez Laserna

Francisco Pastor Bueno -compositor-

16 de Marzo de 2007


Es 1959 y ha estrenado Pasa la Macarena tras el Palio de la Virgen de Sevilla. Mucho impacto debió causar la Virgen Niña en el espíritu artístico del Maestro Laserna como para hacerle exclamar "yo empecé a componer en Sevilla porque así lo quiso la Macarena".

Dos años después de su llegada a Sevilla, Pedro Gámez Laserna inicia una extraordinaria labor como compositor que, aunque abarca géneros tan diversos como marchas militares, pasodobles, canciones, obras de conciertos, himnos, etc., muestra su faceta más importante en el campo de la marcha procesional.


Portada de la marcha "Pasa la Virgen Macarena"

Con su primera marcha procesional sevillana Gámez Laserna inicia un estilo de escritura procesional muy distinto al que había seguido en su etapa cordobesa. Pasa la Macarena, concluida por su autor el 23 de Enero de 1959, reanuda el estilo alegre del que 29 años antes le había precedido en la dirección de la Banda del Regimiento Soria nº 9 -Manuel López Farfán- con una primera parte pletórica de emoción y de exaltación jubilosa, con la cornetas recreando el indescriptible ambiente que acompaña el procesionar de La Macarena y con un trío -prodigio de instrumentación- en el que retrata como en un lienzo el ritmo del "paso" de los costaleros llevando a la Virgen "sobre los pies" tal como el Maestro lo percibiría desde la trasera del paso de palio. Pero al mismo tiempo establece ya las diferencias que su música va a aportar a nuestra Semana Mayor.

En efecto, si López Farfán renueva el género aportando a la marcha procesional originalísimas melodías y atrevidas instrumentaciones -incluyendo el uso estelar de las cornetas- Gámez Laserna lo consolida elevando su nivel con tres cualidades características de su música: solemnidad, elegancia y brillantez técnica. Estas tres cualidades hacen que su música sea imperecedera pues nunca podrá estar sometida a "las modas" que suelen ser fuertes pero efímeras; también hacen que su música sea apta para todos los oídos, tanto los musicalmente educados -que apreciarán en ella valores armónicos, contrapuntísticos e interesantes desarrollos compositivos- como los simplemente aficionados que se deleitarán con la sensación de placidez sonora que les proporciona una música sencillamente bien hecha.

De las 18 marchas procesionales que compuso Pedro Gámez Laserna, 14 fueron hechas en su etapa sevillana. Pero antes de llegar a Sevilla ya había firmado una de sus mejores marchas procesionales: Saeta Cordobesa en el año 1949, una marcha difícil de ejecución lo que hace que no sea apta para cualquier banda. En ella el Maestro Gámez da muestras de una sólida inspiración que ya no habría de abandonarle en el resto de su obra. Los temas aparecen muy bien enlazados, con toda naturalidad y con distintas elaboraciones instrumentales para cada nueva aparición de un tema ya expuesto. La elegancia de su expresión musical aparece aquí en la contención expresiva de la saeta que transcribe magistralmente en el trío y en las trompetas que subrayan tonalmente la frase final de la obra. Es sin duda la mejor marcha procesional con que cuenta la Semana Santa cordobesa y, de alguna manera, se ha convertido allí en la marcha oficial a la manera de Amarguras en la Semana Santa sevillana.

Otra excelente muestra de elegancia musical y de su procedencia andaluza la dejaría plasmada Pedro Gámez Laserna en el año 1969 al escribir la marcha procesional titulada Nuestra Señora del Patrocinio. Esta partitura supone una mirada hacia la quintaesencia de nuestra música autóctona y culmina en un Trío de gran encanto y dulzura.

Su prodigiosa perfección técnica y el dominio de la forma que poseía, le permitió al Maestro Gámez Laserna emplear en sus marchas procesionales recursos musicales de muy alto valor, como el tema fugado que desarrolla en el inicio de Nuestra Señora del Socorro (1962) y que no suelen ser habituales en este tipo de composiciones a menos que su autor sea un compositor de talento y bien experimentado.


Guión de la partitura de "El Cachorro -Saeta Sevillana-"

Cinco años más tarde, en 1967, escribe Gámez Laserna la marcha fúnebre "Cachorro", subtitulada como "Saeta sevillana", tal vez su obra cumbre dentro de la marcha procesional y en la que revela una vez más su innegable talento artístico. Dotada de un bellísimo contrapunto, incorpora en su parte final una saetilla para cuya composición el maestro Gámez se desplazó hasta Castilleja de la Cuesta, localidad en la que residía un saetero amigo suyo al que pidió que le cantara una saeta -en pleno verano- que luego él transcribiría prodigiosamente en su partitura. La obra posee tal calidad armónica que no es de extrañar que Norberto Almandoz, de influyente opinión musical en nuestra ciudad dada su condición de Director del Conservatorio Superior de Música, al escuchar la interpretación de esta marcha piropeara de esta forma al maestro Gámez Laserna: "Maestro, es Vd. el Rey de la Armonía, el Julio Romero de Torres de la música".

Su talento como instrumentador y su creatividad con el contrapunto destacan de manera poderosa en la marcha fúnebre Cristo de la Sed cuya composición -realizada en colaboración con Juan A. Cuevas según consta en la portada manuscrita de la partitura- culminó el día 3 de agosto de 1973.

Se trata de una obra de 5 minutos de duración y 126 compases, la mitad de los cuales están dominados por un tema principal que -a través de distintas instrumentaciones y reexposiciones- es el generador de todo el desarrollo armónico y contrapuntístico de la obra. Ya desde los primeros compases de la larga introducción el Maestro Gámez Laserna plantea una instrumentación con metales poderosos que crean un clima de tensión y un gran dramatismo en contraste con unas maderas dulcemente lamentosas. El tema principal, verdaderamente sobrecogedor, aparece por primera vez en el compás 27 a cargo de las maderas en matiz piano y acompañadas de un ritmo pesante y sombrío.

Se reexpone el tema en el compás 45 a cargo de los metales en matiz forte expresando un gran dramatismo que contrasta con un delicioso contrapunto a cargo de las maderas. Vuelve a aparecer el mismo tema en el compás 77 también en matiz forte a cargo de las maderas, con los metales haciendo un contrapunto dramático que nos conduce hasta el compás 90 donde se sitúa el punto álgido de la obra, el de mayor tensión dramática y en el que se expresa de manera patética el sufrimiento de Cristo en la cruz. A partir de este punto la obra inicia un paulatino decrescendo en matiz y en tensión hasta la relajación total en los fúnebres y exhaustos acordes finales.

Cristo de la Sed es una marcha grande entre las grandes, un prodigio de desarrollo armónico y contrapuntístico solo al alcance de los grandes Maestros, como lo fue Pedro Gámez Laserna.

Francisco Pastor Bueno
www.franciscopastor.es
Publicado en el boletín de la Cofradía de la Sed (Sevilla) nº117, febrero 2007

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